El día que el general Antonio López de Santa Anna
salió de la Casona de Tizapan para partir a saltillo, instruyó a su abogado
Enrique Salcedo a ponerse en contacto inmediato con el Coronel Yáñez, para
recibir el parque y hacer el pago del mismo.
Era obvio que para esas alturas, lo que más le
importaba para Salcedo, era conocer el paradero de su prometida Fernanda, que
días antes, de manera misteriosa había desaparecido de la casona, sin ni
siquiera haberse parado al funeral de su padre, ni tampoco, haber esperado la
fecha de las nupcias.
Fernanda entablo contacto con el cadete Jesús
Melgar, desde días antes de aquella inesperada visita de Santa Anna a la Casona
de Tizapan, ella fue quien le propuso a su novio, abandonar la ciudad de México
e irse a radicar a una casona propiedad de su padre, que se encontraba en el
puerto de Veracruz; ahí lejos de la autoridad de su padre y con el
encubrimiento de su madre, podrían iniciar una vida, sin que nadie les
prohibiera su unión matrimonial. Jesús Melgar respondió que si, aunque no le
pareció bien la idea de habitar una casa que no era suya, consideró que lo
importante era estar con su amada, que finalmente la carrera militar no era
para él, que jamás podía tener la cabeza de los militares mexicanos, siempre
farsantes y traidores a la patria.
Pero mientras eso ocurría, mientras Jesús Melgar
había desertado del Colegio Militar, para fugarse con su novia e irse a
Veracruz, tuvo que planear bien su fuga. Aprovechar el clima de incertidumbre
que se vivía en el Colegio, los rumores del avance americano ya dejaban de ser
especulaciones para ser hechos ciertos, muchos padres de familia habían acudido
al Colegio a retirar a sus hijos, no querían que sus menores fueran enlistados
a la guerra, no fue así en el caso de Jesús, quien su padrino el Coronel Mario Melgar
Gutiérrez y Mendizábal le insistía una vez más a que terminara sus estudios,
para que obtuviera el grado militar que merecía. Pero Jesús Melgar se dio
cuenta que no bastaba en su patria, ser cadete del Colegio Militar para
convertirse en general; bastaba ser amigo de Santa Anna, o de cualquier otro general como Mariano Salas,
Mariano Paredes Arrillaga o Anastasio Bustamante, o del jefe de armas en turno,
para que pudiera ser designado como general y gozar de los emolumentos como si
fuera uno conquistador. ¿Para que ir a la escuela en este país?. Si finalmente
los que llegan a las posiciones políticas de poder, es gente que nunca paso por
la salones de clase, para que perder mi tiempo en un Colegio donde mis maestros
predican falsos valores, donde muestran sus personalidades falsas, hipócritas,
que no son acordes con sus discursos, si ellos, son viles empleados de una
clase soberbia y opulenta. En este país, México, no existían las academias
militares de los Estados Unidos, nuestro Colegio Militar no tenía la honra para
ser auténticamente, un semillero de futuros líderes militares, en sus filas
jamás habría un Napoleón Bonaparte, ni un general de la talla del Duque de
Winstón, quien derrotara al mismísimo Napoleón. En nuestro país, no basta saber
trigonometría para ser artillero. De nada sirven las fórmulas matemáticas de
los senos, cósenos y tangentes, de los catetos y la hipotenusa, para poder
medir la velocidad, distancia y trayectoria de las balas de nuestros cañones,
sólo basta cualquier hombre bragado, ignorante y malhecho, que se le enseñara
disparar cañones. Sólo bastaba ser amigo de algún general y tener compromisos y
ambiciones políticas, para convertirse en general. Jesús Melgar, abandono el
Colegio Militar, pero no por cobardía a la guerra, si bien lo hizo por el amor
de su novia, también lo hizo convencido de que cada día en chapultepetl, era un
día de simulación, frustración y mentira. Esa patria querida, esa nación
tricolor de pasado inmemorable, sería abatida no por los americanos invasores,
sino traicionada por sus propios hijos. Jesús entendió que el peor enemigo de
México, no era Estados Unidos, sino el propio México.
Fernanda espero a su amado y olvidándose de las
formas, de la moral y las buenas costumbres, decidió ser ella quien tomara la
iniciativa de abandonar su seno familiar. No quería ser como su madre, no se
visualizaba como una mujer que tejiera las horas y horas, detrás de las
ventanas y viendo el cielo como convertirse en noche. Fernanda se asimilaba
como una mujer libre para decidir, para volar, para viajar de un lugar a otro y
quedarse por siempre, con el hombre que realmente amaba. No visualizaba su idea
con Jorge enrique, un hombre intelectual como él, no entendería jamás el valor
del dinero, del placer, de los viajes y del entretenimiento, no podría
contemplar jamás la tarde y la noche, sentir el viento, la brisa, el canto de
los grillos y de las estrellas, su vida con él, sería aburrida, viendo a su
hombre vestirse siempre con esos trajes oscuros y formales, escribiendo textos
y textos en manuscritos ilegibles, hablando de constituciones y de teorías
aburridas que solamente los académicos podrían entender; su vida con él, sería
desplazada con los otros amores que competiría: la filosofía, la política y la
historia, pero jamás a ella como una mujer de carne y hueso. Jesús en cambio, ofrecía la opción de un
hombre de casa, un hombre que aunque fuera pobre y no de buena familia, le
ofrecía estar con ella, para quererla, abrazarla, protegerla del frío, del
calor, del día y de la noche; Jesús Melgar era el hombre ideal de Fernanda,
podrían montar una tienda en Veracruz e iniciar una vida de comerciantes, en
anteriores viajes al puerto, le constaba que Veracruz, debía de ser la capital
del país, pues ahí circulaba el dinero, ahí embarcaban los barcos ingleses,
americanos, franceses y de otras naciones cuyas banderas desconocía, pero que
embarcaban al puerto con mercancía para comprar y vender; podía establecer un
local en su casa y porque no, comprar curiosidades que se fabricaban en Europa,
relojes, quinqués, vajillas, telescopios, o frutas y semillas desconocidas o
bien, telas provenientes de otras partes del mundo, podía adquirir varios
artículos y venderlas a Puebla o a México, con lo que ella vendiera, podría
seguir conservando el nivel de vida a la que estaba acostumbrada vivir.
Jesús Melgar acepto ese plan. Para vergüenza de su
padre anunció su deserción del Colegio Militar, el coronel frustrado trato de
impedir esa decisión de su hijo, inclusive amenazo con desconocerlo y cerrarle
todas las puertas de sus contactos en el gobierno, que le ofrecían desde luego,
un mejor porvenir que ser un simple comerciante. - ¡No seas imbécil¡. – le
reclamaba su padre, con el grado militar, podrías ser recaudador de rentas o de
impuestos, podríamos conseguir una aduana en Tampico o en cualquier puerto
marítimo y podrías vivir decorosamente del pago de las alcabalas y de los
impuestos, podrías comprar un puesto en el gobierno que te garantizara tu
estabilidad económica, vinieran los gobiernos y las revoluciones que vinieran.
Jesús Melgar al querer ser comerciante, se cerraba la opción de una vida segura
y bien remunerada. Renunciaba a los haberes semanales que pagaba el ejército y
que además eran tan seguros, como el diezmo de los sacerdotes, a cambio de llevar
una vida vil especulativa de comerciante, asumiendo actitudes de un asqueroso
italiano o judío, traidor al cristianismo.
Pero Jesús Melgar renunció a su vida de militar,
renunció a la guerra; renunció a repetir el mismo patrón de su padre. Un
funcionario de grado medio militar, que se prestaba a servir las cúpulas
corruptas del poder que empobrecían y amenazaban a destruir su país. Su padre,
había que decirlo en todas sus palabras, ni siquiera era un militar que podía
presumir de honorabilidad, caballerosidad, heroísmo y valentía militar en la
guerra, su padre no era mas que uno de los tantos hombrecillos aludadores y
servilistas de Santa Anna, inmiscuidos al igual que con traidores al gobierno,
que con gente del gobierno, con los nacionales, que con los extranjeros, que
con la policía que con la gavilla de salteadores y bandoleros
escondidos en los parajes de México Veracruz. Su padre, no era un militar en el
sentido estricto de la palabra, era aunque lo doliera reconocerlo, un bandido
con permiso del Supremo Gobierno para atracar y asesinar a la gente sin juicio
alguno; no tenía de él, ningún ejemplo de moralidad, lealtad y mucho menos de
patriotismo.
Jesús Melgar y Fernanda abandonaron la Ciudad de
México e iniciaron su nueva vida en el puerto de Veracruz; y mientras eso
ocurría, Enrique Salcedo espero noticia alguna, para saber donde estaba su
prometida, pero nadie le informaba, inclusive su futura suegra, Amparo
Magdalena, quien no daba razón de su paradero, más que de aquella secreta
noticia que aún no quería revelar. ¿Qué había pasado antes?. Resulta que horas antes de que el general Santa
Anna llegara a la Casa de Tizapan, Fernanda y su madre habían sostenido una
fuerte discusión.
-
¿De
qué?.
Amparo se quedó callada, como queriendo evadir el
tema. Pero entonces de manera pausada y serena, Amparo confeso.
-
Mi
hija no te quiere. Nunca quiso casarse contigo.
Enrique no pudo responder a dicha afirmación, se quedó
callado e inmóvil, sin decir palabra alguna.
-
Mi
hija, está enamorada de un joven cadete del Colegio Militar. Jesús Melgar.
¡Huyó con él¡. Se fueron muy lejos de aquí, a iniciar una nueva vida.
Y hasta ahora me lo dice. Cuando estaba a unos días
de contraer matrimonio; porque el día de hoy se me informa que su hija quería
otro hombre, que acaso no merecía respeto alguno, era y creo seguir siendo, el
prometido de su hija.
Amparo se quedó callada, haciendo una mirada
reprochando quizás la ironía, el cinismo o la hipocresía de Enrique. Ah decir
verdad, él tampoco quería a su hija. ¿Entonces que reprochaba?. Enrique se
quedo pensando que no se casaría con su prometida, que Fernanda era su único
camino, para estar lo mas cerca de Amparo, el quería a esa mujer y no a su
hija, él tenía que casarse con su hija, pero para estar cerca de la mujer que
realmente amaba. Ahora las cosas cambiaban, su suegro había fallecido, su
prometida había sido raptada con su novio, bien o mal, su adversario Jesús
Melgar había tenido el valor para quedarse con la mujer que él amaba y sin
embargo, ahora la oportunidad era de él. Ese era el momento para plantear la
relación de amantes que exigía tener con esa mujer, lamentablemente, mayor que él.
-
¿Y
nosotros?.
-
¿Nosotros
qué?. – respondió con otra pregunta Amparo.
¿Nuestra relación que és?. Discúlpeme señora, pero
creo que la amo, me siento atraído por usted, temo confesarle que la amo, que
quisiera cuidarla por siempre y nunca jamás abandonarla, quisiera decirle que
usted es la persona más importante que hay en mi vida, que deseo por siempre
estar a su lado, que no me importa lo que diga la sociedad, inclusive su propia
hija. Señora, quiero estar con Usted. – habló con el todo el corazón, con toda
su ansiedad reprimida, en un grito urgente y desesperado de escuchar la
respuesta que le diera tranquilidad y seguridad, en los próximos años de su
vida.
-
¡No
sigas más Enrique¡…
Pero porque no, porque esconder esta atracción. Ya
no existe su marido. Ahora usted vive en esta casona, su hija acaba de ser
raptada por su hija, yo no tengo compromiso con nadie, ¿Por qué no podemos
comenzar una relación?.
-
¿Porque
nó?. …Soy una persona mayor, podría ser su madre. No será bien visto.
-
Pero
su marido nunca la quiso, no le dio las debidas reglas de trato amoroso que una
esposa como usted se merece. ¡Señora¡. Yo podría ser ese hombre que la amara y
la respetara por siempre.
-
Usted
no puede tener ningún respeto por mi, porque olvida que entro a esta casa por
mi hija. Que es el prometido de ella, que mi marido en vida le dio la confianza
que su futuro yerno merecía.
-
¡Su
marido era un patán¡.
-
¡Era
mi marido¡. … y exijo respeto para él.
-
¡Perdone
señora¡.
-
Haga
el favor de retirarse de mi casa por siempre, jamás regrese. No solamente no
respeta la relación que sostuvo con mi hija, sino también, no me respeta en mi
luto. - ¡váyase por favor¡. Imploraba en
silencio Amparo, no quería volver a ver ese hombre en su vida. Joven tonto,
iluso e inexperto, a quien el destino le condeno no haber nacido años mas
tarde.
-
¿Perdone
señora?. Nunca fue mi intención faltarle el respeto.
Ambos se quedaron mudos mirándose profundamente sus
ojos, como si ambos se disculparan, como si se hablaran con la mente y dijeran
que muy en el fondo de sus corazones, que se amaban apasionadamente. Si Enrique
hubiera tomado la decisión, pudo haber cogido de la cintura a Magdalena y
sacarle un beso por la fuerza, pero no lo hizo, Amparo espero esa reacción,
pero tampoco Enrique tomó la decisión..
-
¡Perdone
señora¡. Nunca fue mi intención dañar la vida de su hija y la suya. Discúlpeme
por siempre, pero no sé qué me paso.
Amparo le hubiera gustado haberle contestado a ese
hombre y decirle, que era la mente mas brillante de todos los hombres que había
conocido, que era un ejemplo se abogado, jurista y aun pese a sus errores, un
buen hombre. Le hubiera gustado decirle que también lo amaba y que cada vez que
estaba con él, le hacía olvidar la vida desdichada que tenía, su inmensa
soledad y conformismo por aceptar seguir una vida lineal, donde lo único que
tendría sería la muerte, tras varios días, meses, quizás años, de una espera
tediosa.
Jorge Enrique Salcedo Campuzano tomo su sombrero y
se despidió de ella, queriéndole decir lo que con palabras jamás podía
expresar. Así es la vida, existen
parejas que toman la decisión de ser felices y otras que no. ¡Maldito sea el
tiempo, la inseguridad y las circunstancias¡.
Y mientras tanto, las clases de inglés, se
suspendieron.
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