La guerra entre México y Estados Unidos concluyó con
la firma del Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo entre la República
Mexicana y los Estados Unidos de América,
más conocido como el Tratado de Guadalupe – Hidalgo. De eterna vergüenza
y de pesar para todo buen mexicano. Con ellos, México cedería la mitad de su
territorio nacional, a cambio del pago de la cantidad de quince millones de
pesos. El presidente mexicano quien firmó esos tratados, fue don Manuel de la
Peña y Peña.
El general Santa Anna sería destituido de la
jefatura general del ejército mexicano, tras sus frustrados combates en Puebla
y Tehuacán, huye tras ser emboscado y perseguido por el coronel texano Jack
Hays con 600 guerrilleros texanos sobrevivientes de la guerra del 36; huye de
él para no ser severamente castigado, después intenta ingresar a Oaxaca, donde
el gobernador Benito Juárez le niega la entrada, sigue escondido hasta que
finalmente la paz se firma, logrando obtener un salvoconducto que le permita
pasar las líneas americanas y regresar a su hacienda el Encero en Veracruz.
Instalado ahí, ofrece una comida al Mayor Kenly y al capitán Ford por haberlo
protegido de la tentativa de quererlo asesinar algunos resentidos texanos.
El generalísimo partió al exilio, estuvo primero en
la Habana Cuba, después en Kingston Jamaica, hasta que finalmente llegó a Cartagena
Colombia, donde compró la casa de Turbaco, que había sido propiedad del
libertador Simón Bolívar. Desde ahí escribe sus memorias y responde a las
falsas acusaciones que por traición a la patria lo han condenado a su
destierro. Pide una oportunidad para mostrar a su amado pueblo su valor y
patriotismo. Finalmente la revolución del Plan del Hospicio aclama nuevamente
su regreso en 1852, lo que le permite regresar al país, para proclamarse en
Alteza Serenísima y gobernar nuevamente lo que quedaba del país, casi durante
dos años más. El tiempo suficiente para construir una carretera a Cuernavaca,
un telégrafo a Guanajuato, acelerar los trabajos para la construcción del
ferrocarril a Veracruz y obviamente, vender un pedazo del territorio nacional
“La Mesilla”. La revolución liberal del Plan de Ayutla encabezada por el
general Juan Álvarez, termina por expulsarlo del país.
Jamás tuvo tiempo de regresar a la “Boca del Diablo”,
su amigo el coronel Melgar Gutiérrez y Mendizabal, nunca lo volvió a ver, no
supo si regresó al escondite, huyó del país o murió en la guerra, quizás fue
capturado por una patrulla texana que lo identificó como asesino de guerra y
termino linchandolo, murió desconociendo que fue de su amigo. Ya en su etapa
senil, el generalísimo de vez en cuando hablaba de la existencia de aquel
tesoro, que alguna vez sus ojos contemplaron, pero nadie le hacía caso, su memoria
se confundía con la fantasía, sus anécdotas de valentía, oscurecidas por la
duda de la traición; el general ya viejo, desperdició su fortuna, siendo
estafado por un colombiano de nombre Dario Mazuera a quien le entrego cuarenta
mil pesos y comprara también un buque de vapor por el costo de doscientos
cincuenta mil pesos. La estafa fue vergonzosa, viajo a Nueva York creyendo que
recibiría treinta millones de pesos para iniciar una expedición a México que
terminaría expulsando a los franceses, pero el Secretario de Estado Seward
jamás lo recibió. Santa Anna ya de setenta y cinco años, vuelve a ser estafado
esta vez por un hungaro de nombre Gabor Naphegyi, a quien le hipoteca sus
últimos bienes y le firma varios pagares perdiendo con ello casi toda su fortuna,
ingenuó cada vez más el benemérito, es arrestado y encarcelado en San juan de
Ulúa, donde enfrenta acusaciones por traición a la patria, para salvarse del
paredón, soborna a sus jueces, quedándose ahora casi en la miseria.
El viejo general cree morirse en Cuba, cuando una
amnistía emitida por el Presidente Juárez le perdona de todos sus faltas y
traiciones, el generalísimo indignado por ello, no acepta el perdón de ese
indio zapoteco, sátrapa e hipócrita, pues no se considera en ningún momento de
su vida en traidor de la patria, regresa a la ciudad de México, ya cuando el
presidente Juárez había fallecido. Apela el pago de su pensión que no recibe,
solicita audiencia con el presidente Sebastian Lerdo de Tejada quien nunca lo
recibe, así sólo, ignorado, en la miseria, el generalísimo vuelve a ser
estafado por hombres sin escrúpulos que le entregan los huesos de la que dicen
fue su pierna, viviendo del dinero prestado de sus yernos y con los huesos de
su pierna profanada, el generalísimo muere viejo, encorvado, en medio de una
diarrea que termino por ensuciar su cuerpo de su misma mierda.
Cuando murió el general Antonio López de Santa Anna
ya habían muerto los hombres de su generación. Agustín de Iturbide, Anastacio
Bustamante, Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, Manuel Gómez Pedraza, Lucas
Alamán, Valentín Gómez Farías, hasta sus enemigos J. Polk, Z. Taylor, W. Scott
y el indio oaxaqueño zapoteco Benito Juárez García. No hubo funerales de
estado, su nombre borrado, censurado, maldecido, pero nunca jamás olvidado.
Durante las fiestas del centenario, una comitiva de
historiadores dio a conocer la verdad de los hechos ocurrida en el Castillo de
Chapultepetl, cuando funcionó como Colegio Militar. Ante la posibilidad de
rendir un homenaje a los cadetes sobrevivientes, el general y entonces Presidente
de México Porfirio Díaz, decidió suspender cualquier evento que enalteciera a
excadetes que con el paso el tiempo se convirtieron en miembros activos del
partido conservador, enemigos de la república y de Juárez, así que sólo decidió
únicamente rendir culto a los seis cadetes muertos de aquel trágico 13 de
septiembre de 1847, entre ellos, el de Jesús Melgar. (Más conocido en la
historia, como Agustín Melgar).
Años después, en 1947, el ex Presidente Miguel Alemán Valdes, con el ánimo de fomentar el patriotismo mexicano, ordena la creación de una comisión, encabezada por militares y medicos forenses, el cual "descubre" los restos de los niños heroes; decidiendo sobre sus supuestos restos, una vez "cerciorados" de ser los autenticos restos, edificar la construcción del Monumento a únicamente a los seis niños heroes que murieron en la batalla de Chapultepetl. Ya para el 28 de octubre de 1947, se decreta en el Diario Oficial de la Federación, el "reconocimeinto oficial" de que los restos descubiertos el 25 de marzo de 1947, corresponden a lo que "la tradición popular", ha denominado como "Los Niños Heroes de Chapultepec"; construyendo así también, uno de los mitos más criticados de la historia oficial mexicana.
Por otra parte, el secretario del Juzgado Armando Villarejo logró
sobrevivir de los golpes que recibió por haber dictado la primera sentencia de
amparo, temeroso de su suerte, se repuso de las lesiones inferidas y se dirigió
a San Luis Potosí, donde por aras del destino, terminó convirtiéndose en Juez y
volviendo emitir esta vez, la primera sentencia de amparo reconocida por las
autoridades del país. El primer amparado fue don Manuel Verástegui y el primer
fallo judicial reconocido fue el 13 de agosto de 1849.
La prostituta de nombre Guadalupe, se convirtió en
la madrota de un suburbio ubicado por el rumbo de la merced en la ciudad de
México. James Thompson el agente americano, regreso a los Estados Unidos con su
misión fracasada. ¡Nunca hubo tal tesoro¡.
Murió al año siguiente, dentro de la fe de la iglesia mormorna.
Jorge Enrique Salcedo Salmoran contrajo nupcias con
Amparo Magdalena Iturbe Adams, ambos compraron una casa en la periferia de la
Ciudad, en Santo Thomas, cerca de San Cosme, donde ejercen la abogacía. Cada
tarde, Jorge Enrique se dedica escribir tratados de derecho, cuentos y novelas,
una de ellas referente a la Conquista de México por Hernán Cortes y otra más,
sobre el Tesoro de Moctezuma, jamás descubierto.
Jorge Enrique enviudaría años después, luego
trabajaría para don Ricardo Martínez de la Torre, un fraccionador de la colonia
San Fernando, nombrada después colonia Guerrero; con su familia de ilustres
abogados, se dedicarían años después en la defensa jurídica del arquiduque
austriaco y proclamado Emperador de México Maximiliano de Habsburgo.
La boca del diablo si existió, en dichos terrenos
fueron puestos en venta por el gobierno juarista, con las leyes de
desamortización de los bienes eclesiásticos dictados en la época de la reforma; los monjes carmelitas al ver despojados sus
terrenos en manos del Estado laico, jamás revelaría la verdad de sus escondites
y tesoros acumulados; todo el dinero, el oro, la plata y la fortuna de los
aztecas y virreyes, quedarían por siempre enterrados en aquellas lomas.
Para 1950, a más de cien años después de haber
quedados enterrados vivos en la “Boca del Diablo”, Ignacio Cienfuegos y sus
bandoleros; el señor Mauro Rojas vendió un lote de su propiedad a los señores Nicolás
Zarate Balderas y Guadalupe Valle Granados, quienes adquirieron esos terrenos
para edificar su casa.
La familia Zarate Granados, fueron los fundadores de
lo que hoy se identifica como la colonia “Olivar de los Padres”, ubicada en la
delegación Álvaro Obregón, en la Ciudad de México; las evidencias del tesoro
descrita en estas páginas son ciertas, pues debajo de ese colonia, yacen
escondidos los túneles y los cadáveres de aquellos hombres muertos en
desgracia. Así quedo revelado en el año 1956 cuando se construyó la Escuela
Primaria María Patiño. Cuando los vecinos del poblado se percataron del tesoro
enterrado, decidieron ocultarlo y regresarlo a su escondite, negar lo
descubierto, para evitar a toda costa cualquier expropiación del gobierno.
¡Negar lo que todos saben¡. El tesoro escondido del
que todos hablan pero nadie se ha atrevido a sacarlo de su sitio donde debe
permanecer por siempre. Así insistan los espíritus, los sueños misteriosos, las
ideas ambiciosas.
Actualmente, el tesoro del que se apodero los
Estados Unidos de América, fue sin duda alguna, los yacimientos de oro en
California y el petróleo de Texas; ese fue el regalo de Santa Anna a la nación más
poderosa del mundo. Sus extensos territorios, han quedado nuevamente poblados
por la sangre latina, que cruzo el río Bravo o que ha vivido en ese lugar, por
generaciones de años, constituyéndose así en la primera minoría de habitantes
americanos. Posiblemente, dentro algunas décadas, Estados Unidos de América
será gobernada por un hispano de descendencia mexicana.
Este es el fin de la historia, … pues moralmente los
mexicanos sabemos, que volveremos a recuperar, lo que fue, es y será siempre
nuestro….