Manifiesto a la Nación por el Ciudadano Presidente
de la República
General Mariano
Paredes Arrillaga.
Los antiguos agravios, decía,
las ofensas que desde el año de 1836 ha reproducido incesantemente el gobierno
de los Estados Unidos contra el pueblo de México, se consumaron con el insulto
de enviarnos un ministro para acreditarlo cerca de nuestro gobierno con el
carácter de residente, como si las relaciones entre las dos Repúblicas no
hubieran padecido alteración alguna al consumarse el acto definitivo de la
incorporación de Texas. Al mismo tiempo que Mr Slindell se presentó, las tropas
de los Estados Unidos ocupaban nuestro territorio, sus escuadras amenazaban a
nuestros puertos, y se preparaban la ocupación de la península de las
Californias, de que no es mas que un preliminar la cuestión del Oregón con la
Inglaterra; no admití á Mr. Slidell por que la dignidad de la nación repelía
este nuevo insulto. Entretanto el ejército de los Estados Unidos se acantonó en
Corpus Christi y ocupó la Isla del Padre Vallín, se dirigió en seguida al
Frontón de Santa Isabel, y tremoló el pabellón de las estrellas en la margen
derecha del Río Bravo del Norte, frente á la ciudad de Matamoros, apoderándose
antes de la navegación del río con sus buques de guerra. La villa de Laredo fue
sorprendida por una partida de sus tropas, y desarmado un piquete de las
nuestras que se hallaban allí de descubierta. Las hostilidades, pues, se han
roto por los Estados Unidos de América, emprendiendo nuevas conquistas sobre
los territorios de la demarcación de los departamentos de Tamaulipas y Nuevo
León, al paso que tropas de los mismos Estados Unidos amenazan a Monterrey y en
la Alta California…Tantos y tan duros ultrajes no podían tolerarse mas tiempo,
y he mandado al general en jefe de la División de nuestra frontera Norte, que
hostilice al ejército que nos hostiliza, que corresponda al enemigo que nos lo
hace, y que, invocando al Dios de las batallas, salve el valor de nuestros
soldados el derecho incuestionable a nuestro territorio y el decoro de unas
armas que no mas van á emplearse en defensa de la justicia. Moderándose nuestro
general por los usos establecidos, y con arreglo a terminantes prevenciones de
mi gobierno, intimó al general en jefe de las tropas americanas que
retrocedieran al otro lado del río Nueces, antiguo limites de Texas, y la
intimación ha sido desechada…Anuncio solemnemente, que no decreto la guerra al
gobierno de los Estados Unidos de América, porque al Congreso augusto de la
nación pertenece y no al Ejecutivo
resolver definitivamente la reparación que exigen tantas ofensas. Más la
defensa del territorio mexicano que invadan tropas de los Estados, es una
necesidad urgente, y mi responsabilidad sería inmensa ante la nación si no
mandara repeler a las fuerzas que obran como enemigas, y lo he mandado. Desde
este día comienza la guerra definitiva y serán defendidos esforzadamente
cuantos puntos de nuestro territorio fueren invadidos o atacados.
Palacio Nacional, Ciudad de
México a 23 días del mes de abril del 1846