Aquel
30 de junio de 1520, el conquistador Hernán Cortes y su sequito de acompañantes,
decidieron saquear del Palacio de Axayacatl, lo que se conoció después como el
Tesoro de Moctezuma: Calaveras de cristal, piedras preciosas y relucientes
de color verde, banco, gris; muchos monolitos hechos a barro, joyas de oro,
collares, brazaletes, dos planchas de oro circulares en el que se observaba la
figura del sol y de la luna y también,
dentro de todo ese botín de guerra, había un enorme penacho hecho con plumas de
aves nunca antes vistas; la leyenda también cuenta que existían códices,
escritos jeroglíficos de los aztecas en los que se narraba la historia de cómo
aquellos indios habían llegado a las tierras del nuevo mundo desde épocas mucho
más remotas y milenarias que la llegada de nuestro Señor Jesucristo; en esos
códices secretos dicen que se relataba quienes habían sido los reyes de dichas
tierras, sus antecedentes, la historia de los dioses, así como las leyes que
éstos concedieron a los hombres del maíz, para gobernar el mundo en constante
equilibro con el cosmos.
El
conquistador Hernán Cortes no le basto haber descubierto la existencia de aquel
tesoro, durante los días en que fue huésped por el emperador Moctezuma, sino
que además, temeroso de éste y de su gente, decidió apresar a su anfitrión,
inclusive hasta de detenerlo a causa del miedo de que otros guerreros como
Cuauhpopoca mataran a sus hombres. El conquistador quemó vivo a este hombre y a
diecisiete de sus acompañantes, después le puso los grilletes y encadenó al
emperador azteca; con ochenta soldados que lo acompañaban salió de Tenochtitlán
para buscar entre los enemigos de los aztecas, a sus aliados y con ellos poder
derrotar al imperio mexica; luego regreso a la capital del poderoso imperio,
con el nerviosismo de que perdiera el control, ante la pérdida del liderazgo de
Moctezuma sobre sus gobernados, por ello provoco una matanza de indios en el
Templo Mayor, después, temeroso de que su expedición fracasara y aquellos
indios cobraran venganza por las afrentas que este había cometido, en el sigilo
de la clandestinidad trató de huir, no sin antes de robarse completamente el
tesoro que se encontraba depositado en el Palacio de Axayacatl.
Pero
sus planes fueron frustrados, en la Calzada de Tlacopan a media noche, fueron
atacados por los valientes guerreros aztecas; donde luego de un intenso y
sangriento combate, perecieron mucho de los conquistadores, con las manos y sus
bolsas llenas de piedras de oro. Cuenta la leyenda que Hernán Cortes lloró
aquella noche y juro vengarse y obviamente recuperar ese tesoro que intento
robarse.
Lo
que nunca supo Cortes ni ninguno de sus hombres, es que el tesoro de Moctezuma,
se convirtió por vía sucesoria en el tesoro de Cuitlahuac; el penúltimo Al
Tlatoani azteca, quien antes de enfermar de viruela, comisiono a un guerrero de
nombre Ixcoatl, para llevarse lo que quedaba de este, más allá de Chapultepetl,
en los montes de Tizapan, en aquellas cuevas donde nunca jamás ningún hombre de
este mundo lo pudiera encontrar.
Donde
nadie, ningún guerrero azteca, así fuera Cuauhtémoc, el último emperador azteca
revelara su ubicación, así lo atormentarán y le quemaran con tanta cizaña los
pies.
El
Tesoro, tan anhelado, tan ambicioso y misterioso, permanece oculto desde aquel entonces….