domingo, 28 de agosto de 2016

CAPITULO 25


El golpe estaba por decidirse. Ante la inseguridad y poca actitud nacionalista del Supremo Gobierno del general José Joaquín Herrera, serían ahora dos partidos quienes decidirían no solamente el futuro del país, sino también, el destino de la guerra.

Tan pronto supieron que el general Antonio López de Santa Anna se encontraba en la isla de Cuba, Ignacio Cienfuegos informó de lo anterior al Coronel Yáñez, este a su vez lo hizo, con aquellos militares leales, entre ellos el general Mariano Salas y el Coronel Melgar Gutiérrez y Mendizábal, dando a conocer en forma eufórica, de que el general se encontraba en vivo, en buen estado de salud y con todo el ánimo de regresar al país, para limpiar su nombre. El plan consistiría en restablecer la constitución de 1824 como el primer paso para fortalecer el federalismo mexicano. El Coronel Yáñez, comunico al Presidente, de un fuerte padecimiento que le imposibilitaba prestar sus servicios en el Palacio Nacional. Sin dudarlo, se dirigió rumbo a Veracruz.



Por otro lado, otra comisión presidida por Juan Nepomuceno Almonte ex embajador de México en Estados Unidos, José María Tornel y Lucas Alamán, habían discutido la forma en la cual, México se salvaría de la inminente guerra que se avecinaba. La solución era fácil, ante la negativa de Francia y Gran Bretaña por intervenir en el conflicto político internacional entre México y Estados Unidos, se le pediría el apoyo a España. Ya para esas fechas, el general Mariano Paredes Arrillaga había establecido el contacto epistolar con el embajador de España en México, don Salvador Bermúdez de Castro, en el que se proponía, la implementación de un gobierno monárquico en México, como alternativa para frenar el expansionismo americano.



Por su parte, el respetable don Lucas Alamán, se encontraba redactando el nuevo manifiesto que en días próximos el general Paredes Arrillaga daría a conocer a la nación. Las imprentas de las ciudades de México, Guadalajara y San Luís Potosí, estaban preparadas para hacer circular dicho manifiesto y hacerlo de conocimiento público, pegándole en cada esquina de cada calle, si fuera posible, en cada casa; para dar a conocer a todos los mexicanos, la nueva revolución popular, que salvaría a la patria de su aniquilamiento.

Mientras eso ocurría, de Nuevo Orleáns vía marítima se transportaban el ejército americano para llegar a la bahía de Azanza y alistarse con siete regimientos que se encontraban en territorio texano ocupando los poblados de San Antonio Bejar y Corpus Cristthi, manteniéndose en espera del inicio de las hostilidades. A unos cuantos kilómetros de esta ocupación militar, atrás del rio grande, el general Mariano Arista  general en jefe de la cuarta división seguía en camino, conociendo el campo de batalla en la cual, tarde o temprano se enfrentaría con su homologo y adversario, el general Zacary Taylor.

General Mariano Paredes Arrillaga, informo a Vos la necesidad de su pronta incorporación a las tropas que bajo mi mando y por instrucciones del ciudadano presidente, general José Joaquín Herrera, tengo en la enorme y difícil responsabilidad de asumir la defensa del territorio nacional. Solicito la presencia de refuerzos, toda vez que las tropas del enemigo ascienden según los cálculos de los servicios de espionaje a esta corporación, entre tres mil a cuatro mil elementos; haciendo notar que existe para la defensa nacional una escolta de apenas cuatrocientos efectivos en el rio grande, los que podrían reforzarse con los mil doscientos soldados que están bajo mis órdenes directamente y ochocientos soldados más, con residencia en Matamoros, mismos que al sumarse, tendría un total de dos mil cuatrocientos infantes para resistir la inminente agresión que esta por realizar el ejército americano. Urge por lo tanto, su inminencia, su pronta reincorporación, en la noble tarea que el presidente constitucional nos ha encomendado.



General Mariano Arista no nos salga con pendejadas del que el pueblo de México no está dispuesto a seguir creyendo, es de todos conocidos, su simpatía por el general Antonio López de Santa Anna, el cual desde su exilio, trabaja intensamente para entregar este país a los americanos. Deje por favor de prestarse a farsas de una supuesta resistencia y lo invito a Vos, en forma sincera y amigable, para alistarse a esta nueva revolución que no tiene objeto más noble y desinteresado, que el defender a la nación en las horas más difíciles de su historia. Es por eso, que atendiendo a sus principios de buen patriota y de comandante en jefe de las tropas a su digno mando, le solicito su apoyo, para mantenerse en la misma plaza y divulgar el manifiesto que en breve circulara por toda la nación.

Pero general Paredes, sean cual fuere los males políticos por los cuales atraviesan nuestros gobiernos, son menores que aquellos que puede producir el quebrantamiento del orden establecido y de la ley, a la que debemos estar todos subordinados. Emprender una reforma en la situación actual, además de inoportuno, puede llevarnos a una situación caótica que la nación no merece. Insisto, la nación requiere de más efectivos para defender el territorio nacional. Entienda que la ocupación militar ya inicio. Las tropas americanas se encuentran en San Antonio Bejar y Corpus Cristhi y próximamente, según informes confidenciales, se encuentran en vísperas de cruzar el rio bravo y ocupar Matamoros. Ruego a Vos, que con la inteligencia que siempre le ha caracterizado, además de su espíritu patriótico y el buen nombre y prestigio de hombre honorable de la milicia, desista de cualquier revolución armada que entorpezca la defensa del territorio nacional en aras de de intereses políticos partidistas temporales, los cuales nada sirven y en nada benefician en estos momentos tan apremiantes; Por eso ruego se sirva reforzar mis filas, con los dos mil cuatrocientos soldados que están bajo sus órdenes o en todo caso, se dirija a la ciudad de Saltillo para esperar las instrucciones que como comandante y jefe y responsable de esta misión, pueda yo instruirle.

No me salga con pendejadas de patriotismo y cifras amarillistas. Déjese de hipocresías como las de su jefe, el general José Joaquín Herrera y el farsante de Antonio López de Santa Anna. Todo el pueblo de México conoce bien la farsa. Herrera es un pelele de Santa Anna y este regresara a México para vender la patria. Insisto, no sacrifique la sangre de nuestros soldados, al servicio de la comparsa de la que usted es participe. Insisto de nueva cuenta y con el apercibimiento de que mi generosidad no le podrá favorecer. Si Vos no se suma a esta revolución autentica en defensa de la soberanía nacional; usted, Santa Anna y todos sus cómplices, tendrán el juicio y el castigo que la nación les ordene.

Pendejadas y más pendejadas. Así dicen los mexicanos cuando ocurren cosas de ese tipo, al que en nuestra lengua, no existe una palabra que califique el tamaño de los errores o el de las tonterías. No importa si Arista se suma a Paredes o a revés, de todos modos, sea uno u otro, nunca serán los dos juntos. México es un país de imbéciles; no tienen la inteligencia señor Slindell. – decía Thompson – luego de haber intentado varias veces hablar con algún representante del Supremo Gobierno mexicano. Nadie ha tenido el valor de recibirme y escuchar nuestra generosa propuesta.



Viaje a la ciudad de Puebla y me entreviste con altos prelados de la iglesia católica mexicana. Me dijeron, que como buenos cristianos, están en contra de la guerra, pero que en caso de que esta estallara, ellos estarían al lado de la santa fe, que como respetuosa de las decisiones del gobierno mexicano, no puede tomar una postura, más que la exigencia, de que en esta nación, no impere más religión que la católica; exigen además que sean respetados sus templos, así como la autoridad y el fuero que tienen estos señores pontífices en la sociedad mexicana. ¿Cómo ve señor Slindell? Al menos, estos ministros religiosos, se comprometen a no intervenir políticamente en la guerra, siempre y cuando respetemos la fe del pueblo; lo que si resulta penoso informarle, es que nadie del gobierno mexicano, quiere recibirnos. He contactado con distintos personajes del ámbito político e intelectual de éste país. El señor Lucas Alamán insiste que México no cederá a lo que ellos llaman nuestras presiones y que por lo tanto, manifiestan un total odio a nuestra idiosincrasia, a nuestra forma de ser, de pensar, de nuestros triunfos y del destino manifiesto que presagia nuestro dominio absoluto en el mundo. Señor Slindell, son nada más que seres inferiores estos mexicanos, chaparritos y oscuros de su piel, mezcla de negros y chinos, esclavos de su ignorancia y no de la gente culta y rica, como nosotros. Me he tratado de entrevistar con otros personajes, pero ninguno de ellos me ha querido dar la cara, el único que se presto a otorgarme una audiencia ha sido el licenciadillo Jorge Enrique Salcedo, un secretario que trabaja en el Palacio Nacional desde la administración anterior, a la cual se le tiene identificado como santa annista y el cual, decidió escuhar nuestra propuesta, sólo para saber a que estábamos dispuestos a ceder. ¡Pobres idiotas¡. Creen que vamos a devolverles Texas, cuando no saben los muy ingenuos, que somos capaces de comprarles todo México.

Y mientras eso ocurra, el Presidente Constitucional José Joaquín Herrera exige cuentas al general Mariano Paredes Arrillaga, porque sus tropas no se dirigen para reforzar al general Mariano Arista. ¿Qué le pasa general Paredes?. Las órdenes se acatan. Se lo exijo yo, no solamente como General en jefe, sino como Presidente constitucional de la Republica mexicana. ¿Qué tanta verdad tiene, que no tiene recursos para trasladarse a Texas?. ¿Que no sabe, que ya el Congreso me ha autorizado obtener los recursos para la guerra, que no sabe, que hemos hipotecado todas nuestras rentas, para que usted, pueda emprender su marcha al norte. No entiendo su proceder, ni su excusa de proporcionar escoltas a los comerciantes de las ferias de Aguascalientes, Lagos y Celaya, de cuando acá, son más importantes las funciones de policía, que la defensa del territorio nacional ante la inminente guerra. ¡Le ordeno¡, escúchelo bien. ¡Le ordeno que refuerce al general Arista. No soy yo el que se lo pide, es la patria quien así lo exige.

El rumor circula en forma casi cierta. De un días para otro, se emitirá el pronunciamiento militar que dará fin a este gobierno de estúpidos e imbéciles que le perdonaron la vida a Santa Anna y que se dejaron embaucar por una comitiva de texanos rebeldes que al final de cuentas, decidieron desconocer a México como su patria. El general Paredes Arrillaga ha contactado con el un tal míster Thompson, quien dice ser agente o secretario particular, del señor Slindell, un embajador extraordinario de Estados Unidos en México, dispuesto a comprar el territorio nacional, sobornando a los hombres nefastos y traidores a la patria como usted señor Presidente. No nos hagamos pendejos y déjense de farsas. Si tienen dignidad renuncien a sus cargos y dejen a esta nación, defenderse de esta guerra que por negligencia suya han provocado. ¡Lárguese de la presidencia general Herrera¡. ¡Lárguese a la chingada, a lamerle la única pata que tiene su patrón Santa Anna, a quien le esta vergonzosamente agradecido, al grado de perdonarle la vida. ¡Lárguese a la chingada y jamás vuelva a engañar a nuestro pueblo¡. Sabemos que esta pactando en secreto, con el señor Slindell.



No se atrevan a recibir a ese Mister Slindell. Ya es de todos un hecho conocido que ese embajador se encuentra en Veracruz, paseándose con su esposa Matilde como dos viajeros foráneos y en espera de que el gobierno constitucional le conceda audiencia. Nos han dicho, que viene con toda la disponibilidad de evitar la guerra con los Estados Unidos, que es inclusive, la última oportunidad que tiene México, de enfrentarse bélicamente con uno de los ejércitos mejor equipados del mundo, al grado según dicen algunos analistas internacionales, se encuentran en las mismas condiciones que los ejércitos franceses. ¡No reciban a ese embajador americano¡, hasta en tanto, una comisión de buenos juristas mexicanos, resuelva lo oportuno o no, de entrar a una última negociación.

¡Patrañas¡. ¡Son patrañas¡. Herrera nos está vendiendo. Todos sabemos que no solamente existe el embajador americano en México, sino que también, una comisión de políticos y militares se dirigen a Cuba, para entrevistarse a Santa Anna. No nos salgan con mentiras. El pueblo está harto de sus malditas mentiras. ¡Malditos vende patrias¡. Este gobierno es nefasto y hay que destruirlo. Renuncie general Herrera, antes de que la Junta Militar lo deponga y haga con Vos, lo que no hizo con Santana. ¡Fusilarlo¡.

El general de brigada don Manuel Romero comandante general del departamento de San Jesús, ya cuenta con los carteles que fijaran en cada calle, en cada esquina y casa. Ya está listo a escuchar la orden de su jefe. La revolución, la ultima y autentica revolución del pueblo, esta por estallar, en aras de defender la seguridad nacional.

Pero entonces presidente, hablar con el embajador americano, nos puede generar una revuelta popular, un pronunciamiento armado, el general Paredes Arrillaga espera la mínima provocación para en cualquier momento, levantarse en armas. ¡Lo se¡. ¿Dónde está el Coronel Yáñez?. ¿Dónde diablos esta el Coronel Yañez?. El Coronel Yáñez se encuentra enfermo, ¡Falso¡. El Coronel Yáñez parte a San Luis Potosí a combatir al general Romero. ¡También falso¡. El Coronel Yáñez fue a Veracruz con una comitiva de otros militares, para visitar al Benemérito de la Patria, no me engañe licenciado, no sea desleal;.- Juro que no lo sabía señor Presidente. No me dejen sólo entre tantos traidores. Que no ve, que lo importante es evitar al guerra. Hay que ver la posibilidad de entablar la última comunicación diplomática con los Estados Unidos; comuníqueme con el Secretario de Relaciones, el general Gabriel Valencia, ayúdele licenciado, decida lo conveniente o no de recibir al embajador americano. No quiero desaprovechar la vía diplomática para evitar la guerra.



¿Qué importa¡. El destacamento militar americano esta en Puerto Isabel, Corpus Cristi, San Antonio Bejar; están cerca del rio nueces, en cualquier momento bajan al rio bravo. Tienen ocupado el territorio texano. La guerra es inminente. Los buques marinos se encuentran en las costas texanas, e cualquier momento, llegan a Tampico y Veracruz. Esos americanos son ágiles, tienen buen armamento; los informes americanos dicen que un coronel de nombre John C. Fremont del Cuerpo Topográfico del Ejército de los Estados Unidos está ocupando el Alta California. Texas y la Alta California, se encuentran siendo ocupados militarmente y nosotros peleándonos entre nosotros mismos. No lo entiende general Paredes, vaya con Arista a defender suelo mexicano.

Demasiado tarde. El embajador John Slindell entro a la ciudad de México y solicita, ser recibido oficialmente. ¡Soy la última oportunidad por la paz¡. Exijo, como representante del gobierno de los Estados Unidos de América, ser recibido por el presidente constitucional del gobierno mexicano, para negociar este conflicto internacional que amenaza a estas dos hermanas republicas, a confrontarse en una guerra desgastante. Solicito, ser recibido por el presidente, cuento con todas las facultades para celebrar si así lo disponen, la paz. ¡Qué importa, quien haya llegado. El embajador o no embajador, ha pisado la ciudad de México.

General Manuel Romero, comandante en jefe del Departamento de San Luis Potosí, ordeno a Usted, circule el manifiesto de la última revolución. Diga usted que el general Herrera ha perdido la confianza que se le otorgó el 6 de diciembre de 1844, por haber querido evitar la guerra con los Estados Unidos; por haber pretendido resucitar las milicias cívicas, con desprecio y ofensa al ejército regular; por haber admitido a un comisionado con quien trataba de ajustar la perdida de la integridad nacional, y por haber provocado la anarquía alentando las facciones: considerando pues, la exactitud de los males bosquejados y que había pisado nuestro territorio y habitaba la capital de la republica el plenipotenciario de los Estados Unidos, que, de acuerdo con el gabinete, venía a comprar nuestra independencia y nacionalidad.

¡Mentiras¡. No se ha recibido al señor John Slindell como ministro plenipotenciario de los Estados Unidos. El gobierno de la republica, únicamente estudia la vialidad de recibirlo o no, como representante de los Estados Unidos, para tratar de encontrar la solución pacífica al conflicto internacional.



Mentira señor presidente. Usted miente general José Joaquín Herrera. Ha traicionado al pueblo de México. Ha de saber que el ejército apoyara con las armas la protesta de la nación que hace contra todos los actos subsecuentes de su administración, que desde hoy, se tendrán por nulos y de ningún valor. Entienda bien, no podrá seguir en sus funciones las actuales cámaras ni el actual Poder Ejecutivo, cesan de su ejercicio en todas ellas. Anuncio usted que el ejército tan pronto ocupe la ciudad de México, se convocara a un congreso extraordinario con amplios poderes para constituir a la nación sin restricción alguna sus augustas funciones. Anuncio de igual forma, que en la formación de este congreso se combinara la representación de todas las clases de la sociedad. Tan pronto se instale y entre al ejercicio de sus altas funciones, organizara el Poder Ejecutivo y no podrá existir autoridad ninguna sino por su sanción soberana. Sepa que en los departamentos continuara personalmente las autoridades que hoy los rigen, hasta que sean sustituidas por las que disponga la representación nacional. Que es voluntad de nuestro ejército, nombrar al excelentísimo Señor General Mariano Paredes Arrillaga, a aunque se le invita por medio del seno de esta misma junta, a oír su resolución. Que nuestro ejército protesta de la manera más solemne, y que no piensa, ni pensará en ningún caso, la elevación personal del caudillo que ha elegido. Asimismo protesta escarmentar a cuantos con las armas se opongan al presente plan.

Otra intentona militar que me desconoce como presidente licenciado Salcedo. No creo en la protesta desinteresada del traidor de Mariano Paredes Arrillaga, a su falta de ambición, a su promesa de convocar a una Asamblea Nacional. Lo que ha hecho el general Paredes es una conducta indigna de un general mexicano. Ante el conflicto internacional, siendo invadida la frontera por tropas texanas muy superiores a las del general Arista, el peligro resulta inminente y éste pedía el refuerzo que debía de haberle dado de antemano. Si el honor tan decantado por el general Paredes hubiera hablado en su corazón, si hubiera escuchado la voz del patriotismo que tanto pregona, habría auxiliado al general Arista. Más el, que celoso defensor de la integridad del territorio, el mismo que en el año de 1841 clamaba la guerra con Texas, el que la pedía también al gritar en Guadalajara en noviembre de 1844, ese mismo que lamenta la pérdida de un palmo de tierra mexicana y para salvar a la república de la invasión del norte, abandona a los valientes defensores del norte de la frontera y viene a México para defender desde el Palacio Nacional la integridad nacional. ¡Es un farsante¡. La historia lo juzgara. Como el militar resentido, que tras dos intentonas, fracaso en sus ambiciones personales de ser el Presidente de la Republica.

Señor presidente, he aquí el Dictamen que el Consejo de Gobierno opina respecto a si debe recibirse o no, al señor Slindell como ministro plenipotenciario. La presentación de un ministro plenipotenciario y enviado extraordinario por el Gobierno de los Estados Unidos para residir cerca del nuestro, constituye otro nuevo ultraje. Reiteramos que la nación se encuentra ofendida ante la actitud hostil de la república vecina y que por lo tanto, estaríamos dispuestos a recibir a un comisionado que venga a esta república, con amplios poderes  de su gobierno para arreglar de modo pacífico, razonable y decorosamente, la contienda presente. Que el señor Slindell pretende ser dicho comisionado, pero existen dos obstáculos para admitir su carácter de ministro comisionado; la primera de ellas, es que debe ser designado para hacer proposiciones para terminar pacíficamente al cuestión de Texas y la segunda, no cuenta con la credencial de nombramiento que haya tenido la aprobación del Senado, necesaria en este caso, para su nombramiento.

¿Qué diablos dice esa comisión de abogados mexicanos?. ¡Me desconocen a mí como ministro de mi gobierno. No entiendo señor Thompson. Si señor Slindell, se le desconoce su personalidad como representante del gobierno de los Estados Unidos, por no tener usted la credencial. Porque dicen ellos, que usted no cuenta con los requisitos legales, que nuestras leyes exigen para designar embajadores. Porque es un embajador carente de legitimidad, aun así aunque lo haya nombrado el Presidente Polk. ¡Mentira¡. ¡Eso es una mentira Thompson¡. El gobierno mexicano trata de evadirme. No quiere recibirme. Huye a nuestra propuesta. Se niega en su cerrazón absurda y nada evita, que esta guerra, estalle en perjuicio de este miserable país.

Además señor Presidente, llama la atención los amplios poderes que tiene el señor Slindell para arreglar, “todas las cuestiones que puedan controvertirse entre México y Estados Unidos”. No olvide, que condicionamos al reconocimiento del embajador, para tratar únicamente el asunto de Texas. Reconocer mayores poderes que los antes estipulados, puede significar un latente riesgo de que se negocie otros asuntos ajenos al asunto tejano. Concretamente, el riesgo de la pérdida del territorio nacional, no solamente radica en Texas, sino también en la Alta California y Nuevo México, que pueden ser sujetos a la negociación de este falso comisionado. Si en verdad, el gobierno de los Estados Unidos quiere tratar estos asuntos con nuestro país, debió de haber cumplido con todos los requisitos legales que sus leyes exigen para sus diplomáticos. En este caso que nos ocupa, el señor John Slindell no se encuentra facultado para negociar con México.

¿Qué tonterías dice esa comisión señor Thompson?. Ahora resulta que no tengo facultades para tratar los Asuntos de mi patria. Soy el embajador de Estados Unidos. Me manda personalmente el presidente de Norteamérica para convencer a los mexicanos de los males de la guerra. Pero señor Slindell, los mexicanos, también argumentan que admitirlo sin credencial, sería como aceptar que las relaciones entre México y Estados Unidos se reanudan, siendo que dada el rompimiento de las mismas, su designación, sería únicamente como ministro plenipotenciario, con la única cualidad de tratar el asunto de Texas. ¡Qué¡. De donde sacan tantas argucias legales los mexicanos para evitar su responsabilidad. Porque se complican en dilatar las cosas. Soy el embajador de Estados Unidos, con nombramiento o sin nombramiento. Con la aprobación o sin la aprobación del Senado. Con credencial o sin ella. Soy el embajador y vengo a negociar con México, la paz antes de que estalle la guerra.

No hay más presidente, no estamos obligados admitir a un embajador extraordinario, cuando únicamente queremos solucionar el problema de Texas. Si admitimos la personalidad del embajador supuestamente extraordinario, estaríamos consintiendo que las ofensas realizadas por el gobierno de los Estados Unidos al pueblo de México, pasen por alto, dándose éstas por concluidas. No podemos general Herrera aceptar la doble personalidad de un supuesto embajador que quiere arreglar el asunto tejano y por otra parte, negociar todos los asuntos y controversias entre ambas naciones. Es fuera de toda lógica, o es un asunto o es el otro. Pero no los dos. Primero debe arreglarse la cuestión texana, antes de entrar a otro tipo de negociaciones.

No entiendo Thompson, a que se refiere todo ese tipo de argumentos expuestos por el Consejo de Gobierno. Creo pensar señor Slindell, si me lo permite, que como dicen los mexicanos,… ¡se vaya usted mucho a la chingada¡.

Licenciado Salcedo, prepare oficio Informando al Secretario de Estado Buchanan el rechazo del gobierno mexicano, al embajador extraordinario de los Estados Unidos. No aceptaremos comisionado especial, con las condiciones que esta soberanía ha expuesto.



Señor Presidente, existe otro problema, igual de delicado. El plan de San Luís sigue teniendo mayores adeptos. Para contrarrestar esta ofensiva, la Suprema Corte de Justicia, la Asamblea Departamental de México, la comandancia general del mismo departamento y diversas autoridades dentro y fuera de la capital, protestaran contra dicha proclama, en la sesión que celebrara el Congreso General el día veinte de diciembre. Asimismo solicito su venia, para declarar la capital en estado de sitio, ante el inminente riesgo de que la misma sea atacada en cualquier momento, por las tropas simpatizantes al general Paredes. Asimismo, le informo a Vos que varios diputados le otorgaran facultades extraordinarias para salvar la integridad del territorio nacional y oponerse al régimen dictatorial que se pretende imponer con el Plan de San Jesús.

Haga lo conducente, licenciado, estoy harto de esta situación. Me he desgastado en estos meses para tratar de encontrar una solución digna al problema texano y no he recibido mayor respuesta, que esta actitud hostil e incongruente del ejército. ¿De qué se trata?. Que no ven que la obra grandiosa del l6 de diciembre de 1844 está siendo amenazada por un militar desleal que en vez de ocuparse de defender la integridad del territorio nacional, ante la evidente ocupación militar de Texas, se ha dignado a desconocer los supremos poderes constitucionales en los que rige esta soberanía. – Veía al presidente en su oficina, con aquel lábaro patrio tan hueco de significado - He pretendido mexicanos, hablar con la verdad, no seducirlos con las palabras, he sido franco y leal y he puesto de conocimiento a las Cámaras todo cuanto se ha podido hacer. Nada lamentable resulta, que el ejército defensor del norte, quede en desventaja ante la indebida y absurda actitud de los rebeldes, que tratan de consumar sus ambiciones políticas al pretender sitiar la ciudad de México. No es culpa del suscrito la situación política que se vive. Si la hacienda general sufre escasez y no ha podido cubrir sus presupuestos, no es más que el resultado constante de la sedición de los malos mexicanos. No es cierto tampoco que sea enemigo del ejército, a quien ha sido objeto de mi ardiente cuidado, soy enemigo de la dictadura que se promueve. Pero quién diablos puede entender esta situación.



¿Dónde diablos están los militares que defenderán la ciudad?. Entienda general, son las fiestas de año nuevo y muchos de ellos ya están con sus familiares. Pero si el año nuevo es mañana. No hoy 30 de diciembre. ¿Pregunto dónde diablos están los militares que sostienen el estado de sitio de nuestra ciudad capital?. ¡Donde diablos esta el traidor de Yáñez?. ¿Quién está detrás de esto?. ¿De quién obedece ordenes el traidor de Paredes Arrillaga?. Como el pueblo de México puede ser tan estúpido de creer en esta revolución. Donde diablos están los defensores de la republica. Que acaso no recuerdan el día que el Ministro de gobernación clausuro el Congreso y el pueblo entero se levanto en multitudes enardecidas, desconociendo al régimen de Santa Anna. ¿Qué no recuerdan la revuelta popular de defender nuestra Constitución?. Donde diablos están mis tropas y los mexicanos que nos apoyaron y evitaron el regreso de la dictadura. ¡General Reyes¡. Defienda la ciudad de México, defienda al Supremo Congreso, defienda a la Suprema Corte y defienda también, al titular del poder ejecutivo.

-      ¡General¡.- dijo el Ministro de Gobernación, Relaciones Exteriores y Policía general Gabriel Valencia – le informo que el General Reyes manifiesta que las tropas que custodian la ciudad de México, pero sobre todo, este Palacio Nacional, se han sumado a la revuelta del Plan de San Luis. Que no se encuentra en posibilidades de defenderlo como presidente constitucional.

El presidente acompañado del licenciado Salcedo no daba crédito a lo que estaba ocurriendo, o quizás, había esperado que ese momento tarde o temprano llegara.

-      La ciudad de México se encuentra sitiada, así que en cualquier Momento, seguramente, cuando inicie el año nuevo, las tropas del general Paredes ocupen la Ciudad, corriendo el riesgo que lo deponga. – Después de todo, ¡Año nuevo, gobierno nuevo¡.- General Herrera, con el respeto y la subordinación que le tengo, solicito a Usted recapacite su posición de seguir siendo el Presidente de México. Recuerde bien, que el año pasado, usted ocupo esta magistratura sin el derramamiento de sangre y que justo sería que se retirara de la misma, con la misma dignidad y decoro con el que llego a la presidencia de nuestro país.
-      Y la Constitución. – miro a Salcedo - ¿Dónde diablos esta la Constitución. Porque tanta solemnidad en las sesiones, en las elecciones presidenciales que convocamos, porque tanta preocupación por el asunto de Texas, si tarde o temprano, terminaría esta clase política militar por lanzarme de la presidencia.
-      General Herrera entiendo su inconformidad, pero le exhorto nuevamente a que se retire del Palacio Nacional con la dignidad que lo caracteriza. Y por lo que se refiere a la cuestión constitucional, le informo a usted que en mi calidad del representante del Consejo de Gobierno, presentare reformas al Plan de San Luis, con las siguientes modificaciones. Integrare una junta compuesta por seis diputados, seis senadores, dos ministros de la Suprema Corte, dos de la Corte Marcial y dos de la Asamblea departamental de la Ciudad de México; para estudiar la posibilidad si el poder ejecutivo se deposita en una sola persona o en forma colegiada en tres representantes.

Los generales Juan Nepomuceno Almonte y Tornel se encontraban sitiando la Ciudad de México, en espera de que el caudillo de la revolución, Mariano Paredes Arrillaga, arribara a la Ciudad. ¿No que no?. La tercera es la vencida. Ahora si pinches americanos, llego un gobierno con vuevos.



Mientras eso ocurría en el último día del año, el general Valencia, seguía convenciendo al Presidente, de que la única forma de seguir manteniendo el régimen constitucional ,sería sumarse al Plan de San Luis. Dicha adhesión, obligaba desde luego, a su renuncia del cargo como presidente constitucional.

-      No entiendo su propuesta – contesto, en una actitud triste y derrotada el todavía presidente constitucional.- si lo que quieren es mi renuncia, quédense con ella, con todo esta oficina, el país entero y con los problemas que este tiene. Se lo dije Salcedo, la vez que hable con el don Jesús G. Cuevas. Este país se lo llevara al carajo.
-      No lo tome así general Herrera. Lo importante es buscar una alternancia de poderes de manera pacífica y apegada conforme a legalidad.
-      La alternancia de poderes se hace conforme a los cauces legales que marca la Constitución, no porque una pandilla de bandoleros tenga sitiada la ciudad.
-      General- - informo el general Reyes – el cuartel de la Ciudadela ya se sumo a la revolución.

El presidente Herrera, ya con una mirada triste y derrotada, ordeno a su todavía Secretario de gobernación.

-      General Valencia. En su carácter de Secretario de Gobernación, Relaciones Exteriores y Policía, así como también como representante del Consejo de Gobierno, instruyo a Vos, para que establezca los mecanismos necesarios para capitular la plaza con loso insurrectos, en los mejores términos que la Constitución y las leyes, así disponga..

Por supuesto que lo haré general. Esta es una valiosa oportunidad, para ocupar el cargo mas importante que puede tener un mexicano. ¡Ser Presidente de la Republica¡.  Traidor. El golpe de Estado no es el que promueve el general Paredes Arrillaga, sino el que consiente, el general Valencia. Dejar el anonimato y convertirse en una figura de primer nivel.

-      General – volvió informar Reyes – el general Anastasio Bustamante presento su renuncia como Jefe de Armas en el cuartel de la ciudadela.

Herrera ya no le importo escuchar los reportes que de la nula resistencia se hacía; ni tampoco saber que el Corone Uraga, aquel que supuestamente con Yáñez resistieron a la intentona de Rangel meses antes, seguían siendo leales al gobierno de la republica. Pues uno se había sumado a la revolución y el otro seguramente, había corrido a Cuba para entrevistarse con Santa Anna.

¡Pobre país¡. ¿A dónde ira?. No queda otra que decirle al todavía Congreso que no deseo que mi persona se tome como pretexto para derramar sangre mexicana. Que por ello me veo obligado á hacer ante el Congreso nacional mi dimisión al mando, no pudiendo ni debiendo designarlo en persona determinada. Así las cosas, si Valencia pensaba que sería el presidente interino, estaba muy ocupado; a un traidor como él, por muy conciliador que pareciera, tampoco merecía ocupar tan digna magistratura.

-      Salcedo.
-      Si general
-      Le pido un favor.
-      Es que usted ordene.
-      Pídame un carruaje de sitio. Necesito retirarme de este Palacio Nacional, con la investidura del presidente constitucional que soy.

Salcedo recordó lo que un año antes había vivido. Cuando la multitud entro al patio del Palacio Nacional, aclamando al general Herrera como su Presidente. Ahora nadie del pueblo acudía a despedirlo, ni a defenderlo, ni mucho menos que se acordaran de él.

-      En un momento, se lo pido; por favor espere general.

Mientras el general José Joaquín Herrera esperaba su carruaje, Salcedo pensó por unos momentos en su futuro, no sabía si ir a Cuba alcanzar a su amigo Yáñez, suspender su boda con su prometida Fernanda, o bien, subir en ese carruaje con el general Herrera, quizás como muestra de lealtad y de respeto absoluto a lo que representaba.

-      Licenciado Salcedo – dijo el general Valencia – necesito de su apoyo en los próximos días. Le pido por favor que no abandone su cargo público, en estos momentos en que la patria requiere sus servicios.

Salcedo se quedó pensando, al mismo tiempo en que el carruaje de sitio llegara y en el. Abordara el todavía presidente.

-      Licenciado Salcedo – era la última instrucción del general José Joaquín Herrera – defienda la Constitución y a la patria, sobre todas las cosas.

El licenciado Salcedo respondió automáticamente que sí. Ya para ese momento, el carruaje del general Herrera se había retirado; al mismo tiempo, que un fuerte cañonazo de la Ciudadela, había anunciado el triunfo de la revolución.