El golpe estaba por decidirse. Ante la inseguridad y
poca actitud nacionalista del Supremo Gobierno del general José Joaquín
Herrera, serían ahora dos partidos quienes decidirían no solamente el futuro
del país, sino también, el destino de la guerra.
Tan pronto supieron que el general Antonio López de Santa
Anna se encontraba en la isla de Cuba, Ignacio Cienfuegos informó de lo
anterior al Coronel Yáñez, este a su vez lo hizo, con aquellos militares
leales, entre ellos el general Mariano Salas y el Coronel Melgar Gutiérrez y
Mendizábal, dando a conocer en forma eufórica, de que el general se encontraba
en vivo, en buen estado de salud y con todo el ánimo de regresar al país, para
limpiar su nombre. El plan consistiría en restablecer la constitución de 1824
como el primer paso para fortalecer el federalismo mexicano. El Coronel Yáñez,
comunico al Presidente, de un fuerte padecimiento que le imposibilitaba prestar
sus servicios en el Palacio Nacional. Sin dudarlo, se dirigió rumbo a Veracruz.
Por otro lado, otra comisión presidida por Juan
Nepomuceno Almonte ex embajador de México en Estados Unidos, José María Tornel
y Lucas Alamán, habían discutido la forma en la cual, México se salvaría de la
inminente guerra que se avecinaba. La solución era fácil, ante la negativa de
Francia y Gran Bretaña por intervenir en el conflicto político internacional
entre México y Estados Unidos, se le pediría el apoyo a España. Ya para esas
fechas, el general Mariano Paredes Arrillaga había establecido el contacto
epistolar con el embajador de España en México, don Salvador Bermúdez de
Castro, en el que se proponía, la implementación de un gobierno monárquico en
México, como alternativa para frenar el expansionismo americano.
Por su parte, el respetable don Lucas Alamán, se
encontraba redactando el nuevo manifiesto que en días próximos el general
Paredes Arrillaga daría a conocer a la nación. Las imprentas de las ciudades de
México, Guadalajara y San Luís Potosí, estaban preparadas para hacer circular
dicho manifiesto y hacerlo de conocimiento público, pegándole en cada esquina
de cada calle, si fuera posible, en cada casa; para dar a conocer a todos los
mexicanos, la nueva revolución popular, que salvaría a la patria de su
aniquilamiento.
Mientras eso ocurría, de Nuevo Orleáns vía marítima
se transportaban el ejército americano para llegar a la bahía de Azanza y
alistarse con siete regimientos que se encontraban en territorio texano
ocupando los poblados de San Antonio Bejar y Corpus Cristthi, manteniéndose en
espera del inicio de las hostilidades. A unos cuantos kilómetros de esta
ocupación militar, atrás del rio grande, el general Mariano Arista general en jefe de la cuarta división seguía
en camino, conociendo el campo de batalla en la cual, tarde o temprano se
enfrentaría con su homologo y adversario, el general Zacary Taylor.
General Mariano Paredes Arrillaga, informo a Vos la
necesidad de su pronta incorporación a las tropas que bajo mi mando y por
instrucciones del ciudadano presidente, general José Joaquín Herrera, tengo en
la enorme y difícil responsabilidad de asumir la defensa del territorio
nacional. Solicito la presencia de refuerzos, toda vez que las tropas del enemigo
ascienden según los cálculos de los servicios de espionaje a esta corporación,
entre tres mil a cuatro mil elementos; haciendo notar que existe para la
defensa nacional una escolta de apenas cuatrocientos efectivos en el rio
grande, los que podrían reforzarse con los mil doscientos soldados que están
bajo mis órdenes directamente y ochocientos soldados más, con residencia en
Matamoros, mismos que al sumarse, tendría un total de dos mil cuatrocientos
infantes para resistir la inminente agresión que esta por realizar el ejército
americano. Urge por lo tanto, su inminencia, su pronta reincorporación, en la
noble tarea que el presidente constitucional nos ha encomendado.
General Mariano Arista no nos salga con pendejadas
del que el pueblo de México no está dispuesto a seguir creyendo, es de todos
conocidos, su simpatía por el general Antonio López de Santa Anna, el cual
desde su exilio, trabaja intensamente para entregar este país a los americanos.
Deje por favor de prestarse a farsas de una supuesta resistencia y lo invito a
Vos, en forma sincera y amigable, para alistarse a esta nueva revolución que no
tiene objeto más noble y desinteresado, que el defender a la nación en las
horas más difíciles de su historia. Es por eso, que atendiendo a sus principios
de buen patriota y de comandante en jefe de las tropas a su digno mando, le
solicito su apoyo, para mantenerse en la misma plaza y divulgar el manifiesto
que en breve circulara por toda la nación.
Pero general Paredes, sean cual fuere los males
políticos por los cuales atraviesan nuestros gobiernos, son menores que
aquellos que puede producir el quebrantamiento del orden establecido y de la
ley, a la que debemos estar todos subordinados. Emprender una reforma en la
situación actual, además de inoportuno, puede llevarnos a una situación caótica
que la nación no merece. Insisto, la nación requiere de más efectivos para
defender el territorio nacional. Entienda que la ocupación militar ya inicio.
Las tropas americanas se encuentran en San Antonio Bejar y Corpus Cristhi y
próximamente, según informes confidenciales, se encuentran en vísperas de
cruzar el rio bravo y ocupar Matamoros. Ruego a Vos, que con la inteligencia
que siempre le ha caracterizado, además de su espíritu patriótico y el buen
nombre y prestigio de hombre honorable de la milicia, desista de cualquier
revolución armada que entorpezca la defensa del territorio nacional en aras de
de intereses políticos partidistas temporales, los cuales nada sirven y en nada
benefician en estos momentos tan apremiantes; Por eso ruego se sirva reforzar
mis filas, con los dos mil cuatrocientos soldados que están bajo sus órdenes o
en todo caso, se dirija a la ciudad de Saltillo para esperar las instrucciones
que como comandante y jefe y responsable de esta misión, pueda yo instruirle.
No me salga con pendejadas de patriotismo y cifras
amarillistas. Déjese de hipocresías como las de su jefe, el general José
Joaquín Herrera y el farsante de Antonio López de Santa Anna. Todo el pueblo de
México conoce bien la farsa. Herrera es un pelele de Santa Anna y este
regresara a México para vender la patria. Insisto, no sacrifique la sangre de
nuestros soldados, al servicio de la comparsa de la que usted es participe.
Insisto de nueva cuenta y con el apercibimiento de que mi generosidad no le
podrá favorecer. Si Vos no se suma a esta revolución autentica en defensa de la
soberanía nacional; usted, Santa Anna y todos sus cómplices, tendrán el juicio
y el castigo que la nación les ordene.
Pendejadas y más pendejadas. Así dicen los mexicanos
cuando ocurren cosas de ese tipo, al que en nuestra lengua, no existe una
palabra que califique el tamaño de los errores o el de las tonterías. No
importa si Arista se suma a Paredes o a revés, de todos modos, sea uno u otro,
nunca serán los dos juntos. México es un país de imbéciles; no tienen la
inteligencia señor Slindell. – decía Thompson – luego de haber intentado varias
veces hablar con algún representante del Supremo Gobierno mexicano. Nadie ha
tenido el valor de recibirme y escuchar nuestra generosa propuesta.
Viaje a la ciudad de Puebla y me entreviste con
altos prelados de la iglesia católica mexicana. Me dijeron, que como buenos
cristianos, están en contra de la guerra, pero que en caso de que esta
estallara, ellos estarían al lado de la santa fe, que como respetuosa de las
decisiones del gobierno mexicano, no puede tomar una postura, más que la
exigencia, de que en esta nación, no impere más religión que la católica;
exigen además que sean respetados sus templos, así como la autoridad y el fuero
que tienen estos señores pontífices en la sociedad mexicana. ¿Cómo ve señor
Slindell? Al menos, estos ministros religiosos, se comprometen a no intervenir
políticamente en la guerra, siempre y cuando respetemos la fe del pueblo; lo
que si resulta penoso informarle, es que nadie del gobierno mexicano, quiere
recibirnos. He contactado con distintos personajes del ámbito político e
intelectual de éste país. El señor Lucas Alamán insiste que México no cederá a
lo que ellos llaman nuestras presiones y que por lo tanto, manifiestan un total
odio a nuestra idiosincrasia, a nuestra forma de ser, de pensar, de nuestros
triunfos y del destino manifiesto que presagia nuestro dominio absoluto en el
mundo. Señor Slindell, son nada más que seres inferiores estos mexicanos,
chaparritos y oscuros de su piel, mezcla de negros y chinos, esclavos de su
ignorancia y no de la gente culta y rica, como nosotros. Me he tratado de
entrevistar con otros personajes, pero ninguno de ellos me ha querido dar la
cara, el único que se presto a otorgarme una audiencia ha sido el licenciadillo
Jorge Enrique Salcedo, un secretario que trabaja en el Palacio Nacional desde
la administración anterior, a la cual se le tiene identificado como santa
annista y el cual, decidió escuhar nuestra propuesta, sólo para saber a que
estábamos dispuestos a ceder. ¡Pobres idiotas¡. Creen que vamos a devolverles
Texas, cuando no saben los muy ingenuos, que somos capaces de comprarles todo
México.
Y mientras eso ocurra, el Presidente Constitucional
José Joaquín Herrera exige cuentas al general Mariano Paredes Arrillaga, porque
sus tropas no se dirigen para reforzar al general Mariano Arista. ¿Qué le pasa
general Paredes?. Las órdenes se acatan. Se lo exijo yo, no solamente como
General en jefe, sino como Presidente constitucional de la Republica mexicana.
¿Qué tanta verdad tiene, que no tiene recursos para trasladarse a Texas?. ¿Que
no sabe, que ya el Congreso me ha autorizado obtener los recursos para la
guerra, que no sabe, que hemos hipotecado todas nuestras rentas, para que
usted, pueda emprender su marcha al norte. No entiendo su proceder, ni su
excusa de proporcionar escoltas a los comerciantes de las ferias de
Aguascalientes, Lagos y Celaya, de cuando acá, son más importantes las
funciones de policía, que la defensa del territorio nacional ante la inminente
guerra. ¡Le ordeno¡, escúchelo bien. ¡Le ordeno que refuerce al general Arista.
No soy yo el que se lo pide, es la patria quien así lo exige.
El rumor circula en forma casi cierta. De un días
para otro, se emitirá el pronunciamiento militar que dará fin a este gobierno
de estúpidos e imbéciles que le perdonaron la vida a Santa Anna y que se
dejaron embaucar por una comitiva de texanos rebeldes que al final de cuentas,
decidieron desconocer a México como su patria. El general Paredes Arrillaga ha
contactado con el un tal míster Thompson, quien dice ser agente o secretario
particular, del señor Slindell, un embajador extraordinario de Estados Unidos
en México, dispuesto a comprar el territorio nacional, sobornando a los hombres
nefastos y traidores a la patria como usted señor Presidente. No nos hagamos
pendejos y déjense de farsas. Si tienen dignidad renuncien a sus cargos y dejen
a esta nación, defenderse de esta guerra que por negligencia suya han provocado.
¡Lárguese de la presidencia general Herrera¡. ¡Lárguese a la chingada, a
lamerle la única pata que tiene su patrón Santa Anna, a quien le esta
vergonzosamente agradecido, al grado de perdonarle la vida. ¡Lárguese a la
chingada y jamás vuelva a engañar a nuestro pueblo¡. Sabemos que esta pactando
en secreto, con el señor Slindell.
No se atrevan a recibir a ese Mister Slindell. Ya es
de todos un hecho conocido que ese embajador se encuentra en Veracruz,
paseándose con su esposa Matilde como dos viajeros foráneos y en espera de que
el gobierno constitucional le conceda audiencia. Nos han dicho, que viene con
toda la disponibilidad de evitar la guerra con los Estados Unidos, que es
inclusive, la última oportunidad que tiene México, de enfrentarse bélicamente
con uno de los ejércitos mejor equipados del mundo, al grado según dicen
algunos analistas internacionales, se encuentran en las mismas condiciones que
los ejércitos franceses. ¡No reciban a ese embajador americano¡, hasta en
tanto, una comisión de buenos juristas mexicanos, resuelva lo oportuno o no, de
entrar a una última negociación.
¡Patrañas¡. ¡Son patrañas¡. Herrera nos está
vendiendo. Todos sabemos que no solamente existe el embajador americano en
México, sino que también, una comisión de políticos y militares se dirigen a
Cuba, para entrevistarse a Santa Anna. No nos salgan con mentiras. El pueblo
está harto de sus malditas mentiras. ¡Malditos vende patrias¡. Este gobierno es
nefasto y hay que destruirlo. Renuncie general Herrera, antes de que la Junta
Militar lo deponga y haga con Vos, lo que no hizo con Santana. ¡Fusilarlo¡.
El general de brigada don Manuel Romero comandante
general del departamento de San Jesús, ya cuenta con los carteles que fijaran
en cada calle, en cada esquina y casa. Ya está listo a escuchar la orden de su
jefe. La revolución, la ultima y autentica revolución del pueblo, esta por
estallar, en aras de defender la seguridad nacional.
Pero entonces presidente, hablar con el embajador
americano, nos puede generar una revuelta popular, un pronunciamiento armado,
el general Paredes Arrillaga espera la mínima provocación para en cualquier
momento, levantarse en armas. ¡Lo se¡. ¿Dónde está el Coronel Yáñez?. ¿Dónde
diablos esta el Coronel Yañez?. El Coronel Yáñez se encuentra enfermo, ¡Falso¡.
El Coronel Yáñez parte a San Luis Potosí a combatir al general Romero. ¡También
falso¡. El Coronel Yáñez fue a Veracruz con una comitiva de otros militares,
para visitar al Benemérito de la Patria, no me engañe licenciado, no sea
desleal;.- Juro que no lo sabía señor Presidente. No me dejen sólo entre tantos
traidores. Que no ve, que lo importante es evitar al guerra. Hay que ver la
posibilidad de entablar la última comunicación diplomática con los Estados
Unidos; comuníqueme con el Secretario de Relaciones, el general Gabriel Valencia,
ayúdele licenciado, decida lo conveniente o no de recibir al embajador
americano. No quiero desaprovechar la vía diplomática para evitar la guerra.
¿Qué importa¡. El destacamento militar americano
esta en Puerto Isabel, Corpus Cristi, San Antonio Bejar; están cerca del rio
nueces, en cualquier momento bajan al rio bravo. Tienen ocupado el territorio
texano. La guerra es inminente. Los buques marinos se encuentran en las costas
texanas, e cualquier momento, llegan a Tampico y Veracruz. Esos americanos son
ágiles, tienen buen armamento; los informes americanos dicen que un coronel de
nombre John C. Fremont del Cuerpo Topográfico del Ejército de los Estados
Unidos está ocupando el Alta California. Texas y la Alta California, se
encuentran siendo ocupados militarmente y nosotros peleándonos entre nosotros
mismos. No lo entiende general Paredes, vaya con Arista a defender suelo
mexicano.
Demasiado tarde. El embajador John Slindell entro a
la ciudad de México y solicita, ser recibido oficialmente. ¡Soy la última
oportunidad por la paz¡. Exijo, como representante del gobierno de los Estados
Unidos de América, ser recibido por el presidente constitucional del gobierno
mexicano, para negociar este conflicto internacional que amenaza a estas dos
hermanas republicas, a confrontarse en una guerra desgastante. Solicito, ser
recibido por el presidente, cuento con todas las facultades para celebrar si
así lo disponen, la paz. ¡Qué importa, quien haya llegado. El embajador o no
embajador, ha pisado la ciudad de México.
General Manuel Romero, comandante en jefe del
Departamento de San Luis Potosí, ordeno a Usted, circule el manifiesto de la
última revolución. Diga usted que el general Herrera ha perdido la confianza
que se le otorgó el 6 de diciembre de 1844, por haber querido evitar la guerra
con los Estados Unidos; por haber pretendido resucitar las milicias cívicas,
con desprecio y ofensa al ejército regular; por haber admitido a un comisionado
con quien trataba de ajustar la perdida de la integridad nacional, y por haber
provocado la anarquía alentando las facciones: considerando pues, la exactitud
de los males bosquejados y que había pisado nuestro territorio y habitaba la
capital de la republica el plenipotenciario de los Estados Unidos, que, de
acuerdo con el gabinete, venía a comprar nuestra independencia y nacionalidad.
¡Mentiras¡. No se ha recibido al señor John Slindell
como ministro plenipotenciario de los Estados Unidos. El gobierno de la
republica, únicamente estudia la vialidad de recibirlo o no, como representante
de los Estados Unidos, para tratar de encontrar la solución pacífica al
conflicto internacional.
Mentira señor presidente. Usted miente general José
Joaquín Herrera. Ha traicionado al pueblo de México. Ha de saber que el ejército
apoyara con las armas la protesta de la nación que hace contra todos los actos
subsecuentes de su administración, que desde hoy, se tendrán por nulos y de
ningún valor. Entienda bien, no podrá seguir en sus funciones las actuales
cámaras ni el actual Poder Ejecutivo, cesan de su ejercicio en todas ellas.
Anuncio usted que el ejército tan pronto ocupe la ciudad de México, se
convocara a un congreso extraordinario con amplios poderes para constituir a la
nación sin restricción alguna sus augustas funciones. Anuncio de igual forma,
que en la formación de este congreso se combinara la representación de todas
las clases de la sociedad. Tan pronto se instale y entre al ejercicio de sus
altas funciones, organizara el Poder Ejecutivo y no podrá existir autoridad
ninguna sino por su sanción soberana. Sepa que en los departamentos continuara
personalmente las autoridades que hoy los rigen, hasta que sean sustituidas por
las que disponga la representación nacional. Que es voluntad de nuestro ejército,
nombrar al excelentísimo Señor General Mariano Paredes Arrillaga, a aunque se
le invita por medio del seno de esta misma junta, a oír su resolución. Que
nuestro ejército protesta de la manera más solemne, y que no piensa, ni pensará
en ningún caso, la elevación personal del caudillo que ha elegido. Asimismo
protesta escarmentar a cuantos con las armas se opongan al presente plan.
Otra intentona militar que me desconoce como
presidente licenciado Salcedo. No creo en la protesta desinteresada del traidor
de Mariano Paredes Arrillaga, a su falta de ambición, a su promesa de convocar
a una Asamblea Nacional. Lo que ha hecho el general Paredes es una conducta
indigna de un general mexicano. Ante el conflicto internacional, siendo
invadida la frontera por tropas texanas muy superiores a las del general
Arista, el peligro resulta inminente y éste pedía el refuerzo que debía de
haberle dado de antemano. Si el honor tan decantado por el general Paredes
hubiera hablado en su corazón, si hubiera escuchado la voz del patriotismo que
tanto pregona, habría auxiliado al general Arista. Más el, que celoso defensor
de la integridad del territorio, el mismo que en el año de 1841 clamaba la
guerra con Texas, el que la pedía también al gritar en Guadalajara en noviembre
de 1844, ese mismo que lamenta la pérdida de un palmo de tierra mexicana y para
salvar a la república de la invasión del norte, abandona a los valientes
defensores del norte de la frontera y viene a México para defender desde el
Palacio Nacional la integridad nacional. ¡Es un farsante¡. La historia lo
juzgara. Como el militar resentido, que tras dos intentonas, fracaso en sus
ambiciones personales de ser el Presidente de la Republica.
Señor presidente, he aquí el Dictamen que el Consejo
de Gobierno opina respecto a si debe recibirse o no, al señor Slindell como
ministro plenipotenciario. La presentación de un ministro plenipotenciario y
enviado extraordinario por el Gobierno de los Estados Unidos para residir cerca
del nuestro, constituye otro nuevo ultraje. Reiteramos que la nación se
encuentra ofendida ante la actitud hostil de la república vecina y que por lo
tanto, estaríamos dispuestos a recibir a un comisionado que venga a esta
república, con amplios poderes de su
gobierno para arreglar de modo pacífico, razonable y decorosamente, la
contienda presente. Que el señor Slindell pretende ser dicho comisionado, pero
existen dos obstáculos para admitir su carácter de ministro comisionado; la
primera de ellas, es que debe ser designado para hacer proposiciones para
terminar pacíficamente al cuestión de Texas y la segunda, no cuenta con la
credencial de nombramiento que haya tenido la aprobación del Senado, necesaria
en este caso, para su nombramiento.
¿Qué diablos dice esa comisión de abogados
mexicanos?. ¡Me desconocen a mí como ministro de mi gobierno. No entiendo señor
Thompson. Si señor Slindell, se le desconoce su personalidad como representante
del gobierno de los Estados Unidos, por no tener usted la credencial. Porque
dicen ellos, que usted no cuenta con los requisitos legales, que nuestras leyes
exigen para designar embajadores. Porque es un embajador carente de
legitimidad, aun así aunque lo haya nombrado el Presidente Polk. ¡Mentira¡.
¡Eso es una mentira Thompson¡. El gobierno mexicano trata de evadirme. No
quiere recibirme. Huye a nuestra propuesta. Se niega en su cerrazón absurda y
nada evita, que esta guerra, estalle en perjuicio de este miserable país.
Además señor Presidente, llama la atención los
amplios poderes que tiene el señor Slindell para arreglar, “todas las
cuestiones que puedan controvertirse entre México y Estados Unidos”. No olvide,
que condicionamos al reconocimiento del embajador, para tratar únicamente el
asunto de Texas. Reconocer mayores poderes que los antes estipulados, puede
significar un latente riesgo de que se negocie otros asuntos ajenos al asunto
tejano. Concretamente, el riesgo de la pérdida del territorio nacional, no
solamente radica en Texas, sino también en la Alta California y Nuevo México,
que pueden ser sujetos a la negociación de este falso comisionado. Si en
verdad, el gobierno de los Estados Unidos quiere tratar estos asuntos con
nuestro país, debió de haber cumplido con todos los requisitos legales que sus
leyes exigen para sus diplomáticos. En este caso que nos ocupa, el señor John
Slindell no se encuentra facultado para negociar con México.
¿Qué tonterías dice esa comisión señor Thompson?.
Ahora resulta que no tengo facultades para tratar los Asuntos de mi patria. Soy
el embajador de Estados Unidos. Me manda personalmente el presidente de
Norteamérica para convencer a los mexicanos de los males de la guerra. Pero
señor Slindell, los mexicanos, también argumentan que admitirlo sin credencial,
sería como aceptar que las relaciones entre México y Estados Unidos se reanudan,
siendo que dada el rompimiento de las mismas, su designación, sería únicamente
como ministro plenipotenciario, con la única cualidad de tratar el asunto de Texas.
¡Qué¡. De donde sacan tantas argucias legales los mexicanos para evitar su
responsabilidad. Porque se complican en dilatar las cosas. Soy el embajador de
Estados Unidos, con nombramiento o sin nombramiento. Con la aprobación o sin la
aprobación del Senado. Con credencial o sin ella. Soy el embajador y vengo a
negociar con México, la paz antes de que estalle la guerra.
No hay más presidente, no estamos obligados admitir
a un embajador extraordinario, cuando únicamente queremos solucionar el
problema de Texas. Si admitimos la personalidad del embajador supuestamente
extraordinario, estaríamos consintiendo que las ofensas realizadas por el
gobierno de los Estados Unidos al pueblo de México, pasen por alto, dándose
éstas por concluidas. No podemos general Herrera aceptar la doble personalidad
de un supuesto embajador que quiere arreglar el asunto tejano y por otra parte,
negociar todos los asuntos y controversias entre ambas naciones. Es fuera de
toda lógica, o es un asunto o es el otro. Pero no los dos. Primero debe
arreglarse la cuestión texana, antes de entrar a otro tipo de negociaciones.
No entiendo Thompson, a que se refiere todo ese tipo
de argumentos expuestos por el Consejo de Gobierno. Creo pensar señor Slindell,
si me lo permite, que como dicen los mexicanos,… ¡se vaya usted mucho a la
chingada¡.
Licenciado Salcedo, prepare oficio Informando al
Secretario de Estado Buchanan el rechazo del gobierno mexicano, al embajador
extraordinario de los Estados Unidos. No aceptaremos comisionado especial, con
las condiciones que esta soberanía ha expuesto.
Señor Presidente, existe otro problema, igual de
delicado. El plan de San Luís sigue teniendo mayores adeptos. Para
contrarrestar esta ofensiva, la Suprema Corte de Justicia, la Asamblea
Departamental de México, la comandancia general del mismo departamento y
diversas autoridades dentro y fuera de la capital, protestaran contra dicha
proclama, en la sesión que celebrara el Congreso General el día veinte de
diciembre. Asimismo solicito su venia, para declarar la capital en estado de
sitio, ante el inminente riesgo de que la misma sea atacada en cualquier
momento, por las tropas simpatizantes al general Paredes. Asimismo, le informo
a Vos que varios diputados le otorgaran facultades extraordinarias para salvar
la integridad del territorio nacional y oponerse al régimen dictatorial que se
pretende imponer con el Plan de San Jesús.
Haga lo conducente, licenciado, estoy harto de esta
situación. Me he desgastado en estos meses para tratar de encontrar una
solución digna al problema texano y no he recibido mayor respuesta, que esta
actitud hostil e incongruente del ejército. ¿De qué se trata?. Que no ven que
la obra grandiosa del l6 de diciembre de 1844 está siendo amenazada por un
militar desleal que en vez de ocuparse de defender la integridad del territorio
nacional, ante la evidente ocupación militar de Texas, se ha dignado a
desconocer los supremos poderes constitucionales en los que rige esta
soberanía. – Veía al presidente en su oficina, con aquel lábaro patrio tan
hueco de significado - He pretendido mexicanos, hablar con la verdad, no seducirlos
con las palabras, he sido franco y leal y he puesto de conocimiento a las
Cámaras todo cuanto se ha podido hacer. Nada lamentable resulta, que el
ejército defensor del norte, quede en desventaja ante la indebida y absurda
actitud de los rebeldes, que tratan de consumar sus ambiciones políticas al
pretender sitiar la ciudad de México. No es culpa del suscrito la situación
política que se vive. Si la hacienda general sufre escasez y no ha podido
cubrir sus presupuestos, no es más que el resultado constante de la sedición de
los malos mexicanos. No es cierto tampoco que sea enemigo del ejército, a quien
ha sido objeto de mi ardiente cuidado, soy enemigo de la dictadura que se
promueve. Pero quién diablos puede entender esta situación.
¿Dónde diablos están los militares que defenderán la
ciudad?. Entienda general, son las fiestas de año nuevo y muchos de ellos ya
están con sus familiares. Pero si el año nuevo es mañana. No hoy 30 de
diciembre. ¿Pregunto dónde diablos están los militares que sostienen el estado
de sitio de nuestra ciudad capital?. ¡Donde diablos esta el traidor de Yáñez?.
¿Quién está detrás de esto?. ¿De quién obedece ordenes el traidor de Paredes
Arrillaga?. Como el pueblo de México puede ser tan estúpido de creer en esta
revolución. Donde diablos están los defensores de la republica. Que acaso no
recuerdan el día que el Ministro de gobernación clausuro el Congreso y el
pueblo entero se levanto en multitudes enardecidas, desconociendo al régimen de
Santa Anna. ¿Qué no recuerdan la revuelta popular de defender nuestra
Constitución?. Donde diablos están mis tropas y los mexicanos que nos apoyaron
y evitaron el regreso de la dictadura. ¡General Reyes¡. Defienda la ciudad de
México, defienda al Supremo Congreso, defienda a la Suprema Corte y defienda
también, al titular del poder ejecutivo.
-
¡General¡.-
dijo el Ministro de Gobernación, Relaciones Exteriores y Policía general
Gabriel Valencia – le informo que el General Reyes manifiesta que las tropas
que custodian la ciudad de México, pero sobre todo, este Palacio Nacional, se
han sumado a la revuelta del Plan de San Luis. Que no se encuentra en
posibilidades de defenderlo como presidente constitucional.
El presidente acompañado del licenciado Salcedo no
daba crédito a lo que estaba ocurriendo, o quizás, había esperado que ese
momento tarde o temprano llegara.
-
La
ciudad de México se encuentra sitiada, así que en cualquier Momento,
seguramente, cuando inicie el año nuevo, las tropas del general Paredes ocupen
la Ciudad, corriendo el riesgo que lo deponga. – Después de todo, ¡Año nuevo,
gobierno nuevo¡.- General Herrera, con el respeto y la subordinación que le
tengo, solicito a Usted recapacite su posición de seguir siendo el Presidente
de México. Recuerde bien, que el año pasado, usted ocupo esta magistratura sin
el derramamiento de sangre y que justo sería que se retirara de la misma, con
la misma dignidad y decoro con el que llego a la presidencia de nuestro país.
-
Y
la Constitución. – miro a Salcedo - ¿Dónde diablos esta la Constitución. Porque
tanta solemnidad en las sesiones, en las elecciones presidenciales que
convocamos, porque tanta preocupación por el asunto de Texas, si tarde o
temprano, terminaría esta clase política militar por lanzarme de la
presidencia.
-
General
Herrera entiendo su inconformidad, pero le exhorto nuevamente a que se retire
del Palacio Nacional con la dignidad que lo caracteriza. Y por lo que se
refiere a la cuestión constitucional, le informo a usted que en mi calidad del
representante del Consejo de Gobierno, presentare reformas al Plan de San Luis,
con las siguientes modificaciones. Integrare una junta compuesta por seis
diputados, seis senadores, dos ministros de la Suprema Corte, dos de la Corte
Marcial y dos de la Asamblea departamental de la Ciudad de México; para estudiar
la posibilidad si el poder ejecutivo se deposita en una sola persona o en forma
colegiada en tres representantes.
Los generales Juan Nepomuceno Almonte y Tornel se
encontraban sitiando la Ciudad de México, en espera de que el caudillo de la
revolución, Mariano Paredes Arrillaga, arribara a la Ciudad. ¿No que no?. La
tercera es la vencida. Ahora si pinches americanos, llego un gobierno con
vuevos.
Mientras eso ocurría en el último día del año, el
general Valencia, seguía convenciendo al Presidente, de que la única forma de
seguir manteniendo el régimen constitucional ,sería sumarse al Plan de San Luis.
Dicha adhesión, obligaba desde luego, a su renuncia del cargo como presidente
constitucional.
-
No
entiendo su propuesta – contesto, en una actitud triste y derrotada el todavía
presidente constitucional.- si lo que quieren es mi renuncia, quédense con
ella, con todo esta oficina, el país entero y con los problemas que este tiene.
Se lo dije Salcedo, la vez que hable con el don Jesús G. Cuevas. Este país se
lo llevara al carajo.
-
No
lo tome así general Herrera. Lo importante es buscar una alternancia de poderes
de manera pacífica y apegada conforme a legalidad.
-
La
alternancia de poderes se hace conforme a los cauces legales que marca la
Constitución, no porque una pandilla de bandoleros tenga sitiada la ciudad.
-
General-
- informo el general Reyes – el cuartel de la Ciudadela ya se sumo a la
revolución.
El presidente Herrera, ya con una mirada triste y
derrotada, ordeno a su todavía Secretario de gobernación.
-
General
Valencia. En su carácter de Secretario de Gobernación, Relaciones Exteriores y
Policía, así como también como representante del Consejo de Gobierno, instruyo
a Vos, para que establezca los mecanismos necesarios para capitular la plaza
con loso insurrectos, en los mejores términos que la Constitución y las leyes,
así disponga..
Por supuesto que lo haré general. Esta es una
valiosa oportunidad, para ocupar el cargo mas importante que puede tener un
mexicano. ¡Ser Presidente de la Republica¡.
Traidor. El golpe de Estado no es el que promueve el general Paredes
Arrillaga, sino el que consiente, el general Valencia. Dejar el anonimato y
convertirse en una figura de primer nivel.
-
General
– volvió informar Reyes – el general Anastasio Bustamante presento su renuncia
como Jefe de Armas en el cuartel de la ciudadela.
Herrera ya no le importo escuchar los reportes que
de la nula resistencia se hacía; ni tampoco saber que el Corone Uraga, aquel
que supuestamente con Yáñez resistieron a la intentona de Rangel meses antes,
seguían siendo leales al gobierno de la republica. Pues uno se había sumado a
la revolución y el otro seguramente, había corrido a Cuba para entrevistarse
con Santa Anna.
¡Pobre país¡. ¿A dónde ira?. No queda otra que
decirle al todavía Congreso que no deseo que mi persona se tome como pretexto
para derramar sangre mexicana. Que por ello me veo obligado á hacer ante el
Congreso nacional mi dimisión al mando, no pudiendo ni debiendo designarlo en
persona determinada. Así las cosas, si Valencia pensaba que sería el presidente
interino, estaba muy ocupado; a un traidor como él, por muy conciliador que
pareciera, tampoco merecía ocupar tan digna magistratura.
-
Salcedo.
-
Si
general
-
Le
pido un favor.
-
Es
que usted ordene.
-
Pídame
un carruaje de sitio. Necesito retirarme de este Palacio Nacional, con la
investidura del presidente constitucional que soy.
Salcedo recordó lo que un año antes había vivido.
Cuando la multitud entro al patio del Palacio Nacional, aclamando al general
Herrera como su Presidente. Ahora nadie del pueblo acudía a despedirlo, ni a
defenderlo, ni mucho menos que se acordaran de él.
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En
un momento, se lo pido; por favor espere general.
Mientras el general José Joaquín Herrera esperaba su
carruaje, Salcedo pensó por unos momentos en su futuro, no sabía si ir a Cuba
alcanzar a su amigo Yáñez, suspender su boda con su prometida Fernanda, o bien,
subir en ese carruaje con el general Herrera, quizás como muestra de lealtad y
de respeto absoluto a lo que representaba.
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Licenciado
Salcedo – dijo el general Valencia – necesito de su apoyo en los próximos días.
Le pido por favor que no abandone su cargo público, en estos momentos en que la
patria requiere sus servicios.
Salcedo se quedó pensando, al mismo tiempo en que el
carruaje de sitio llegara y en el. Abordara el todavía presidente.
-
Licenciado
Salcedo – era la última instrucción del general José Joaquín Herrera – defienda
la Constitución y a la patria, sobre todas las cosas.
El licenciado Salcedo respondió automáticamente que
sí. Ya para ese momento, el carruaje del general Herrera se había retirado; al
mismo tiempo, que un fuerte cañonazo de la Ciudadela, había anunciado el
triunfo de la revolución.