martes, 25 de octubre de 2016

CAPITULO 70


¡No es un juicio justo¡. … reclamaron los prisioneros de guerra, los 87 soldados irlandeses pertenecientes a la compañía del Batallón de San Patricio. - ¡Son más que unos simples traidores¡. – respondió Scott. - ¡inmigrantes desleales, que sirvieron al enemigo¡. ¡Falta grave¡…¡¡Muy grave¡…. ¡deben ser ejecutados¡. Pelearon como héroes en Monterrey y también en Churubusco, nos consta, ojala asì hubieran peleado contra los mexicanos; soldados traidores.

El general Scott había recibido la sentencia que había dictado el Consejo de Guerra, respecto al caso de los soldados desertores del ejército americano. La sentencia era condenatoria y no otorgaría por ella indulto alguno, ni mucho menos retrasaría la ejecución del fallo, ni de pediría opinión al presidente de los Estados Unidos, menos aún, a las autoridades mexicanas que estaban siendo invadidas y derrotadas en todos los campos de batalla. Esa sentencia tenía que ejecutarse en todas sus letras, marcar de por vida a los soldados traidores cicatrizándoles la cara con la letra “D” y otros más ahorcarlos, como viles delincuentes, tipos sin honor ni respeto alguno; como lo que debería de hacerle al presidente de México López de Santa Anna, de tenerlo a la vista, llevarlo no al paredón de fusilamiento, sino a la ahorca, como vil jefe de todos los gavilleros.


Durante los días del armisticio, Scott había logrado colocar sus posiciones en todo el Valle de México. Sólo una muralla de pequeñas trincheras y de soldados mexicanos, le impedían tener el control total del Valle de México. ¿Porque no se rinden esos indios? Se preguntaba una y otra vez más, cuando se miraba en el espejo al afeitarse aquella barba blanca, ¿Por qué diablos siguen peleando esos mexicanos, si la guerra ya esta perdida?. El país esta controlado, los caminos a Veracruz ocupados, el norte de México: Texas, Nuevo México, California, ocupados; Churubusco, Coyoacán, San Angel ocupados; todo México  esta ocupado, menos la conciencia de esos indios. ¿Qué habrá que hacer para que esos mexicanos se rindan?. Les vamos a dar dinero. Mucho dinero. Veinte millones de pesos no son suficientes para modernizar este incivilizado país. Veinte millones de pesos para comprar la paz y ellos su progreso.  ¿Y el tesoro?. – pregunto Scott. ¿Dónde diablos esta el tesoro, del que me ha hablado tanto?. Los cofres de oro, los monolitos azteca, las piedras preciosas, las plumas, los penachos, las telas, los códices primitivos; ¿Dónde esta el tesoro Mr Thompson?. El que dijo que de descubrirlo, América se engrandecería.



James Thompson se quedo callado, no contestó. A más de tres años de radicar en México, se encontraba tan cercano del tesoro, pero a la vez tan lejano de éste. Sabía que estaba en México, concretamente, en las cercanías de San Angel, pero no podía precisar la ubicación exacta. ¿Aun no podía dar con él?. ¿Y entonces?. ¿Ir a una guerra y matar a miles de mexicanos, sólo por un tesoro inexistente, producto de la imaginación?. - ¿No será acaso el tesoro, el territorio nacional con el que México indemnizará a Norte América los gastos de guerra efectuados?. ¿No será ese el verdadero tesoro?.

¡No¡ … respondió tajantemente Thompson. No es ese el tesoro. El verdadero tesoro esconde las historias de los habitantes primitivos de la tierra americana. Contiene mensajes divinos, conjuros secretos, es de inspiración divina; vale más de lo que la hacienda pública pudiera recaudar en cien años, de lo que el territorio mexicano pudiera indemnizarnos. ¿Pero que indicios tendrá para encontrarlo?. ¿Qué pistas tiene?. – Pregunto desesperado Scott - ¿Quién diablos le habló de él?.

Sólo sé que esta en San Angel. Thompson maldijó una y otra vez más, la traición de los oficiales Gaudencio y del coronel Melgar Gutiérrez y Mendizábal, quienes le prometieron llevarlo a ese túnel. Les había pagado un anticipo y los muy ladinos jamás regresaron. Ahora que el general Scott preguntaba por el tesoro, Thompson únicamente repitió lo que alguna vez Guadalupe le comento. El tesoro esta en un túnel, una bóveda, un subterráneo, habrá que excavar la tierra y encontrarlo. Eso es lo único que sé. Sé que es cierto, porque todo el mundo habla de él, es más, me atrevería asegurar que el mismo Santa Anna sabe de su existencia, sino de su ubicación, juraría que sabe al menos, de gente confiable que sabe de su existencia. La propia Iglesia Católica sabe también de su existencia.

-       ¿Quién de la Iglesia Católica
-       Los monjes carmelitas.



Scott seguía incrédulo de la existencia de dicho tesoro. Ahora resultaba que después de viajar miles de millas, desde la Unión Americana hasta México en busca de ese misterioso tesoro, los únicos que podían dar alguna pista de ese tesoro, eran los monjes carmelitas. ¡Que diablos tenían ellos que ver con el Tesoro de Moctezuma.

Mucho general. Los monjes carmelitas es una fación de la Iglesia Católica, que se caracteriza por no ambicionar las riquezas y la vida ostentosa que caracterizan a los príncipes católicos. Se asimilan verdaderos imitadores de la pobreza de Jesúscrito y por ello, andan descalzos. Que mejor que ellos, para poder esconder fortuna, dinero, oro; podrían esconder todos los tesoros del mundo y aseguro, que jamás se verían tentados por el pecado de la ambición. Es una orden religiosa equilibrada, cuya única virtud que al menos ostentan, es su pobreza.

El general Scott seguía sin entender la explicación de Thompson, pero se vio atrapada por ella. Como podía ser que una orden religiosa acostumbrada a vivir en la humildad, pudiera acaparar muchas riquezas. ¡Si era posible¡. Respondió el agente Thompson. Es una orden acostumbrada al retiro, a la oración, a la penitencia; imitadores por otros fieles de la iglesia y repudiados por otras facciones de la iglesia católica, no aceptan la orden, por su exagerada humildad. Para estos monjes estar descalzos es la máxima demostración de su pobreza y de su repudió a la ambición. Para poder garantizar la sobrevivencia y expansión de su congregación, han tenido que aceptar cuantiosos donativos de gente acaudalada que pretende comprar en vida el perdón de sus pecados, sin hacer uso de dichos recursos, mas que para su propia subsistencia; inclusive la orden ha recibido cuantiosas fortunas, por gente que hace entrega de la mismas, porque tienen la seguridad de que dichos monjes serían incapaces de robarles lo mínimo. Con la misma facilidad que aceptan donaciones, toleran que su patrimonio se vea mermado, sin oponer a ella la mínima resistencia. Sepa que aquí en México no existen los Bancos, así que el mejor Banquero en este región, que además de no cobrar comisiones ni tampoco intereses, ni hace uso indebido del dinero o de los bienes que le depositan, son los propios carmelitas.

Scott se sorprendió de saber eso. No daba crédito que en el mundo existieran grupos religiosos con esas tendencias ideológicas. Que mejor que ellos, la orden carmelita, la que supiera donde se guardaba el tesoro de Moctezuma. ¿Pero como hacerles hablar?. Scott había jurado ante la nobleza católica, que respetaría la fe de estos y de sus iglesias; no podía emprender ninguna acción violenta en contra de la Iglesia Católica, pues de hacerlo, correría el peligro de que el clero católico asumiera un papel activo en la intervención, llamando a sus feligreses a la guerra.



Thompson supo entonces que hacer para descubrir ese tesoro. Recordó entonces una conversación que tuviera con Guadalupe, aquella prostituta que dijo haber sido monja. ¡Era cierto¡.  ¡Hay una cueva secreta¡. - ¡Resulto cierto lo que Guadalupe alguna vez le dijo - Esa cueva esta cerca del Pedregal, allá por el pueblo de San Angel. Es la “boca del diablo”. “la entrada del infierno”, custodiada por un “charro negro” al que identifican como el diablo; esa cueva esconde los tesoros que buscamos. En ella hay mucho dinero, joyas, oro, plata, cofres, barriles, piedras preciosas. El pueblo dice que la cuidan los demonios y hasta se han atrevido a inventar historias de chaneques, duendes, seres de ultratumba que disuaden entrar al bosque, pero realmente, los tesoros escondidos en esa cueva, son custodiados por los bandidos de la región.



Scott permaneció callado, siguiendo escuchando lo que Thompson le seguía comentando. Una cueva, que es o que conecta con túneles secretos, si no los conoce uno, corre uno el riesgo de perderse y jamás regresar al “mundo de los vivos”; por eso la gente dice, que quien entra en ese lugar, regresa loco y viejo; no ha de ser un lugar agradable, han de existir cráneos y mucho polvo, un olor fétido; Pero los únicos que nos pueden llevar a ese escondite, son los monjes carmelitas. No cabe duda que en esos túneles, los carmelitas esconden sus riquezas. Son unos túneles que por debajo de la tierra, conectan las iglesias del Carmen y el Desierto de los Leones.



Scott no pudo concebir la existencia de esos túneles secretos, mas en una nación tan atrasada como lo era México. Lo creía de Francia o de Londres, inclusive hasta de Roma; pero no de México, mucho menos de un poblado tan atrasado como San Angel. Donde los únicos moradores, sino eran indios lugareños, eran monjes.

También delincuentes. Los delincuentes son los que están escondidos en el bosque. Son ellos los que conocen las cuevas y los caminos secretos. Es donde ellos ocultan sus botines de guerra; los que se han dedicado hacer del bosque, un lugar de leyendas, de fantasmas y demonios. Es claro, que los únicos espíritus que espantan, son la de los vivos y no de los muertos. Los que inventan las historias fantasiosas, para generar miedo y disuadir que nadie busque esos caminos secretos.



Thompson descubrió el tesoro. Entendió en tan solo unos instantes, lo que en tres años de su estancia había buscado. ¡Ese lugar existe¡ Los caminos secretos, no es mas que un túnel, que aprovechando las montañas, los ríos secos o la barranca, se fue construyendo a lo largo de trescientos años, desde que llegó la orden monástica en San Angel y en el denominado “Desierto de los Leones”, Esos pasillos secretos, no eran mas que vereditas, construidas a través del tiempo, los cuales posteriormente fueron techadas, aprovechando las paredes naturales que el piso rocoso y los montes le ofrecían; esos caminos se convirtieron en túneles, los cuales se fusionaban con las cuevas de aquellos montes; Guadalupe tenía razón. La “boca del diablo” existen y también esas caminos ocultos, alumbrados con quinqués, repletos de cofres e inmensas fortunas, de cadáveres y niños empaderados.

El túnel no se construyo debajo de la tierra. Simplemente, el camino se fue construyendo y con el paso del tiempo, al menos doscientos años tardo en construirse ese supuesto “túnel”, el cual fue techado y después escondido en medio de las lomas, ocultado por la tierra, las hojas de los árboles, la vegetación, las piedras volcánicas; la puerta secreta para acceder a la “boca del diablo”, era y sigue siendo el convento de los carmelitas. Y para eso, Thompson había contactado ya, a una exmonja del convento, quien podría llevarlo a ese lugar.

Scott algo incrédulo, pero al mismo tiempo deseoso de creer que era cierto, decidió optar por lo segundo. Dar por cierto la existencia de esos supuestos “túneles” para emprender la búsqueda de ese tesoro, haciendo los trabajos de excavación y talado de árboles que fueran  necesarios, para descubrir ese tesoro escondido. Pero antes debía de tomar una decisión jurisdiccional. ¡Terminar la guerra de una vez¡. Para ello debía dejar firme la decisión de darles a cada uno de los prisioneros de guerra, los traidores y desertores irlandeses, cincuenta latigazos en sus respectivas espaldas, por haber traicionado la confianza de los Estados Unidos de América. Luego debía también de convalidar el castigo de marcarles el rostro a cada uno de sus prisioneros, para que por vida y en todos los lugares a los que estos fueren, la gente los identificara como los traidores que habían sido; y finalmente, algunos de ellos, debían de ser ejecutados en la horca.

De nada sirvieron las pequeñas gestiones que algunos diplomáticos mexicanos hicieren por la suerte de aquellos miserables irlandeses, a los que el gobierno mexicano, consideraba como nacionales. ¿No había perdón ni olvido para los traidores americanos. Cientos de desertores tuvo también el ejército americano, pero los únicos que fueron castigados con todo rigor, eran precisamente aquellos que se habían sumado a las filas del ejército mexicano para formar ese supuesto batallón denominado “San Patricio”. Ahora que Scott había tomado la decisión de no dar marcha atrás con los castigos corporales a los soldados traidores y desertores, debía resolver finalmente, el plan final para acabar con el último reducto de la defensa mexicana.

Como si en ese momento dios lo escuchara; un mensajero acababa de llegar para entregarle una carta al general Scott. Se trataba una misiva de Trist, ministro con plenos poderes del gobierno americano, para negociar la paz y así celebrar, llamase como se llamara, el tratado de paz o la compraventa forzosa de los territorios inhóspitos de México. El Embajador Trist comunicaba al general Scott que tras intensas negociaciones y haber cedido en el proyecto de tratado, los territorios de la Baja California, Chihuahua, Coahuila y el paso del Istmo de Tehuantepec; los representantes del Gobierno mexicano no aceptaron la propuesta, ni menos aun el ultimátum que se les había concedido. Las conversaciones de paz se habían interrumpido, y con ello, se contaba con el término de cuarenta y ocho horas para reanudar la guerra.  Si México perdía su territorio o desaparecía del mundo como nación independiente, sería por culpa de ellos y solamente de ellos y nada más. No habían ofrecido la paz generosa ofrecida por los americanos, ni los quince millones de pesos que estos recibirían a titulo de indemnización. México sufriría los efectos de su segunda conquista y con ello, la responsabilidad histórica por los hechos que ocurrieran después.

Thompson cambiando de tema, instó al general Scott a iniciar su ataque final, desbaratando las últimas fortificaciones de la ciudad de México. Casa Mata, el Molino del Rey y finalmente, el Castillo de Chapultepetl. De obtener el triunfo en esas plazas, el Gobierno mexicano cedería todo; pues la próxima paz no sería susceptible de negociarse, sino simplemente, de rendirse.

-       Existe un motivo importante para asaltar Casa Mata. En ella se funden cañones del ejército enemigo, además de ser una fábrica de pólvora de donde se nutren los mexicanos. Podrían elaborarse en dichos talleres, hasta trescientos rifles por día. Los suficientes para poder armar a todos los reos de la Ciudad y ponerlos en nuestra contra; disfrazar a los muy criminales de todo un ejercito que nos podría darnos fuertes dolores de cabeza. Desbaratando Casa Mata. La victoria será inminente. – Aseguro Thompson – pues con ello, acabaremos toda la producción de armas que pudiera usar en contra nuestra el general Santa Anna.

Scott tenía muchas cosas que hacer. Buscar el tesoro escondido, convalidar la sentencia del Consejo de Guerra respecto a los soldados desertores del autodenominado Batallón de San Patricio y ejecutar el ataque final sobre las últimas fortificaciones de la defensa mexicana. ¡Resolver esta guerra lo mas pronto posible¡. ¡Hallar un tesoro para Norteamérica¡. ¡Aumentar su poderío militar y político en la región¡. ¡Ser porque no, el futuro presidente de los Estados Unidos.

Scott estaba a punto de vivir, el capitulo mas importante de su vida.