lunes, 29 de agosto de 2016

SEGUNDA PARTE


Aquel 30 de junio de 1520, el conquistador Hernán Cortes y su sequito de acompañantes, decidieron saquear del Palacio de Axayacatl, lo que se conoció después como el Tesoro de Moctezuma: Calaveras de cristal, piedras preciosas y relucientes de color verde, banco, gris; muchos monolitos hechos a barro, joyas de oro, collares, brazaletes, dos planchas de oro circulares en el que se observaba la figura del sol y de la luna  y también, dentro de todo ese botín de guerra, había un enorme penacho hecho con plumas de aves nunca antes vistas; la leyenda también cuenta que existían códices, escritos jeroglíficos de los aztecas en los que se narraba la historia de cómo aquellos indios habían llegado a las tierras del nuevo mundo desde épocas mucho más remotas y milenarias que la llegada de nuestro Señor Jesucristo; en esos códices secretos dicen que se relataba quienes habían sido los reyes de dichas tierras, sus antecedentes, la historia de los dioses, así como las leyes que éstos concedieron a los hombres del maíz, para gobernar el mundo en constante equilibro con el cosmos.

El conquistador Hernán Cortes no le basto haber descubierto la existencia de aquel tesoro, durante los días en que fue huésped por el emperador Moctezuma, sino que además, temeroso de éste y de su gente, decidió apresar a su anfitrión, inclusive hasta de detenerlo a causa del miedo de que otros guerreros como Cuauhpopoca mataran a sus hombres. El conquistador quemó vivo a este hombre y a diecisiete de sus acompañantes, después le puso los grilletes y encadenó al emperador azteca; con ochenta soldados que lo acompañaban salió de Tenochtitlán para buscar entre los enemigos de los aztecas, a sus aliados y con ellos poder derrotar al imperio mexica; luego regreso a la capital del poderoso imperio, con el nerviosismo de que perdiera el control, ante la pérdida del liderazgo de Moctezuma sobre sus gobernados, por ello provoco una matanza de indios en el Templo Mayor, después, temeroso de que su expedición fracasara y aquellos indios cobraran venganza por las afrentas que este había cometido, en el sigilo de la clandestinidad trató de huir, no sin antes de robarse completamente el tesoro que se encontraba depositado en el Palacio de Axayacatl.

Pero sus planes fueron frustrados, en la Calzada de Tlacopan a media noche, fueron atacados por los valientes guerreros aztecas; donde luego de un intenso y sangriento combate, perecieron mucho de los conquistadores, con las manos y sus bolsas llenas de piedras de oro. Cuenta la leyenda que Hernán Cortes lloró aquella noche y juro vengarse y obviamente recuperar ese tesoro que intento robarse.



Lo que nunca supo Cortes ni ninguno de sus hombres, es que el tesoro de Moctezuma, se convirtió por vía sucesoria en el tesoro de Cuitlahuac; el penúltimo Al Tlatoani azteca, quien antes de enfermar de viruela, comisiono a un guerrero de nombre Ixcoatl, para llevarse lo que quedaba de este, más allá de Chapultepetl, en los montes de Tizapan, en aquellas cuevas donde nunca jamás ningún hombre de este mundo lo pudiera encontrar.

Donde nadie, ningún guerrero azteca, así fuera Cuauhtémoc, el último emperador azteca revelara su ubicación, así lo atormentarán y le quemaran con tanta cizaña los pies.

El Tesoro, tan anhelado, tan ambicioso y misterioso,  permanece oculto desde aquel entonces….