miércoles, 24 de agosto de 2016

CAPITULO 21


El Supremo Gobierno mexicano había logrado contactar a la embajada Británica, para pedir su mediación en el conflicto que existía entre Estados Unidos en relación al problema tejano. El argumento que sostenía el gobierno era muy fácil de creer. México estaría dispuesto aceptar el reconocimiento de Texas como republica independiente, después de todo, el territorio tejano era tan grande como la Republica Francesa y por lo tanto, una era prospera le deparaba si decidía permanecer como nación independiente, no así, si presionado por la política expansionista de los americanos, decidieran estos sobajar su soberanía, al incorporarse a los Estados Unidos. Lo que implicaba obviamente la desaparición de Texas en el contexto internacional.

La Comisión negociadora entre México y Texas continuaron en pláticas secretas para tratar de solucionar este problema. Había que encontrar la paz, aceptar los errores de ambas naciones y sobre todo, defender la soberanía e independencia a la que tanto Texas como México tenían derecho. ¡Pero eso si¡ sin aceptar obviamente el chantaje, la presión, o inclusive la amenaza hostil de los americanos.

La Comisión texana reitero que la decisión de anexarse o no a los Estados Unidos de América, era única y exclusivamente de los texanos, la cual a través de su Congreso, decidirían si agregarse o no a la federación americana. Asimismo enfatizo que los texanos se sentían agraviados por los ataques que en si momento, la expedición punitiva de Santa Anna había hecho sobre la población de Goliat y el Álamo en el año de 1836, a la cual, aún a la fecha, mucho de los texanos se sentían todavía con miedo de que el ejército mexicano en cualquier momento volviera invadir el suelo de Texas. ¡Obvio que la comisión del Supremo Gobierno Mexicano desistió reivindicar su postura política y decirle a la comisión, de que Texas era y había sido parte del territorio mexicano y que por lo tanto, lo ocurrido en el año de 1836, fue una revuelta patrocinada por mercenarios, piratas, filibusteros, que siguiendo un afán mercantilista, habían desconocida las autoridades del gobierno mexicano, al grado de comportarse como simples y viles delincuentes¡. Pero después de todo, había que reservarse ese tipo de comentarios para no herir la sensibilidad de los texanos, pues cualquier resultado obtenido en la Comisión, sería un triunfo en la diplomacia mexicana.

Sabía perfectamente la comisión mexicana, que contaría en todo momento con el apoyo del gobierno de Gran Bretaña. Días antes, la delegación mexicana había sido informada de la entrevista que en su momento tuvieron el embajador Elliot de Gran Bretaña con el supuesto Presidente de la Republica de Texas Jones, consistente en convencerlo de las bondades que tendría Texas si se mantuviera como república independiente. Todas sus riquezas naturales le serían suficientes para convertirse en una prospera nación, a diferencia de la postura de anexarse, la cual implicaría que todos los frutos económicos de Texas, serían absorbidos por los intereses del gobierno americano. El presidente Jones se quedo pensando en analizar, los pros y contras que implicaba la anexión de Texas a los Estados Unidos, escucho atentamente el embajador británico por lo que decidió responder al diplomático, utilizando el discurso retórico de que la decisión final, estaría en manos de los propios texanos representados éstos en su congreso.



Un Congreso que estaría representado por cuarenta y seis diputados, de los cuales, cuarenta y cinco de ellos eran de origen angloamericano y solo uno, de extracción mexicana. ¡Lo ve Ministro Cuevas¡. De los cuarenta y cinco diputados texanos, dieciocho son de Tuenese, ocho de Virginia, siete de Georgia, seis de Kentucky y cinco de Carolina del Norte. ¡Solamente uno, es mexicano¡ Ah decir verdad, Texas es más de América que de México, por lo que lo único que nos une a ellos, es la historia de haber nacido al mismo tiempo, pero había que aceptar aunque nos doliera, que Texas tendría el mismo destino de las Provincias Unidas de Centroamérica que terminaron por separarse de México. Al igual que Guatemala, que Salvador, que Honduras. Pronto lo hará Yucatán, así por que defender patrióticamente a Texas, si en el sur, ya habíamos tenido la experiencia de perder territorio.

Pero no era tanto el perder más territorio, Chiapas se había unificado a México y pronto podría ocurrir lo mismo con Cuba cuando este se independizara; el problema de reconocer o no la anexión de Texas a los Estados Unidos era una cuestión de principios.  Ninguna república de Centroamérica se había separado o querido separarse de México como lo hicieron los texanos. No era justo que ante la hospitalidad que se les había hecho a los supuestos “texanos” de colonizar el norte de México, estos habían respondido con desconocer la autoridad y supremacía del gobierno mexicano que había consentido su estancia en el territorio mexicano. ¡No era justo¡. Porque lo que Texas pretendía hacer, era ofender la sensibilidad, la hospitalidad y generosidad del gobierno mexicano; no era justo, porque les traicionaba más la ambición de hacer dinero, que de sentirse mexicanos; pero más aún, que podía esperarse de un grupúsculo de protestantes, que no creían en la Santa Iglesia Católica ni en las aspiraciones milagrosas de la virgen de Guadalupe. ¡Que podía esperarse de esos mercenarios?, que de un día para otro, justificaron sus ambiciones con el discurso de los grandes hombres de la ilustración. ¡Patrañas¡, ¡Eran patrañas¡. Texas no debía de anexarse a los Estados Unidos, en todo caso, México estaría dispuesto a reconocerlo como una republica independiente, pero nunca, consentiría que aquellos delincuentes texanos, robaran el territorio nacional.



El Ministro Jesús G. Cuevas en compañía del licenciado Salcedo se dispusieron a informar al Presidente José Joaquín Herrera sobre el avance de las negociaciones. Era 16 de junio de 1845 y muy pronto, el ministro mexicano debía informar al Congreso, sobre el resultado de las conversaciones sostenidas entre la delegación mexicana y la texana.

-      La postura señor Presidente se en concentra en cinco puntos. Primero. México consiente el reconocimiento de la Republica de Texas. Esto implica que Texas no nació en 1836 con los Tratados de Velasco como argumentan ellos, sino que su independencia será a partir de éste momento, cuando México consienta, es decir, autorice o permita, la separación de Texas de la Republica Mexicana y por ende, su personalidad jurídica como nación independiente. El segundo punto que se trato señor Presidente, es que los texanos se comprometen a no agregarse a los Estados Unidos ni a cualquier otra potencia; ¡Lo ve General¡. Con ello excluimos de la negociación política a los Estados Unidos. Lo que digan ellos o dejen de hacer ellos, no debe de importar ni a los mexicanos ni a los texanos. El tercer punto que fue tratado, es que México se compromete a indemnizar a los texanos de los daños que hayan resentido de autoridades mexicanas, yo sé que puede ser una cláusula incomoda a nuestra dignidad nacional, pero resulta oportuna hacerlo como una forma de externar nuestro reconocimiento oficial a Texas como país independiente. El cuarto punto que se trato señor Presidente, es también de gran trascendencia. México y Texas se deciden someter al arbitraje internacional para decidir sus límites territoriales. ¿Qué le parece señor Presidente?.

El general José Joaquín Herrera sentado en su escritorio y detrás de ésta, la ventana que mostraba la plaza de la Constitución, se quedo meditando seriamente a lo que el señor ministro le informaba.

-      ¡Bien señor ministro¡. Me parece que los acuerdos a lo que puede llegar con la delegación texana resultan beneficiosos para los intereses de la patria; sin embargo, hay algo que me preocupa. ¿Qué pasara si Texas incumple con lo acordado y de buenas a primeras, decide anexarse a los Estados Unidos.
-      Pasara que el gobierno mexicano desconocerá dicha anexión en forma inmediata y categórica, teniendo lamentablemente como destino fatal la guerra con los Estados Unidos.
-      Muy bien señor presidente, pero no ha pensado, ¿Qué también a nosotros nos puede desconocer?.

Un profundo silencio se origino con esa afirmación externada en forma depresiva por el Presidente.

-      Tengo la impresión de que Francia y la gran Bretaña no han querido apoyar a México en su conflicto con los Estados Unidos, por la sencilla razón de que no somos una nación seria y responsable. Somos republica, pero parecemos una sociedad que vive en un estado de naturaleza, una nación que no es nación por que ninguno de sus habitantes se sienten mexicanos. ¿Lo ve ministro?. México es un país en caos, en anarquía, sin orden y progreso, dividido y sin proyecto común. ¿Cómo vamos a pedir ayuda internacional, si mi gobierno se sostiene con alfileres?. El día de ayer hubo una intentona militar en contra mía, afortunadamente fracaso, pero ya tengo informes de que el general Filisola esta organizando una sonada militar y que muy pronto, el general Paredes Arrillaga ocupara la Ciudad de México. ¿Se da cuenta señor Ministro?. Los mexicanos somos nuestros propios enemigos?. ¡Nadie se da cuenta de que el problema es Texas y los Estados Unidos¡. Y nosotros, matándonos en divisiones tan estupidas.

El ministro se quedo callado, tratando de animar la postura catastrófica del Presidente.

-      Señor Presidente, México es un país joven que le falta identidad. ¡Es cierto¡. Pero somos una nación digna, independiente, que nació bajo principios y en que forma tan peculiar que ninguna nación de Sudamérica tiene. Debemos apostar a la fuerza de los argumentos y no al argumento de la fuerza. La delegación texana será la mas perjudicada si decidiera anexarse a los Estados Unidos.

El Presidente sólo rió de escuchar lo que acababa de decir su Ministro.

-      No diga eso señor ministro. ¡Eso es falso¡. Texas es una nación de mentalidad americana. En su mayoría son protestantes, viles comerciantes y partidarios de la esclavitud. Tienen mas parecido a los americanos que a nosotros los mexicanos. No creo que la comisión obtenga resultados satisfactorios, pues la decisión final de anexarse o no a la Unión Americana será el día cuatro de julio, cuando el Congreso de la Republica de Texas decida agregarse a los Estados Unidos.

Quizás en ese momento, el Ministro Jesús G. Cuevas se sintió pisoteado por una gran verdad. Quizás había parlamentado una cuestión ya decidida, había perdido su tiempo y la fe, que la diplomacia ofrecía. No pudo resistir a la simple idea de que el Presidente tenía razón; de que sus argumentos vertidos, eran realmente verdaderos. Pero lo que iba a escuchar del presidente, bajo todo su estado de ánimo.



-      La prensa americana informa que Estados Unidos presiona a Texas para su anexión; diciendo que si los texanos no deciden agregarse a los Estados Unidos en forma pacífica, ellos mismos lo harán a nombre de ellos. ¿Se da cuenta señor ministro?. No conforme con eso, el mejor Buque de guerra de los Estados Unidos, el Princeston, ancló en el Puerto de Galveston y junto a éste, llegaron otros buques americanos a las costas texanas; ¿Cómo debemos interpretar esto?. ¿Qué tal, si esos buques que ahora invaden las costas texanas, de un momento a otro lo hacen en Veracruz?. Mientras eso ocurre, un estúpido Coronel de nombre Rangel intenta desconocerme como presidente de México. ¿Cree que de esa forma, Gran Bretaña ayudara a México?. Mientras nuestras fuerzas armadas están mas interesadas en derrocarme como su legitimo presidente constitucional, el general Zachary  Taylor tiene reclutado a más de la mitad del ejército americano para resguardar el territorio tejano, en contra de un inminente ataque de nuestras ropas.
-      ¿Pero es que acaso ha pensado en atacar a Texas?.
-      De ninguna manera señor Ministro. La verdad de las cosas, es que Taylor tiene las órdenes precisas de ocupar lo mas pronto posible el suelo tejano, después bajarse al río bravo y ocupar Matamoros, para evitar que no los ataquemos primero. ¿Se da cuenta?. Piensa atacarnos para que no los ataquemos. Brillante defensa de los americanos ante la amenaza de ésta triste e insignificante republica mexicana.

El general Herrera se quedo mirando fijamente el escritorio, como tratando de ordenar sus ideas.

-      Señor ministro, este país se lo llevara el carajo. Tengo informes de que también los americanos están armando milicias para ocupar los territorios de Nuevo México y la Alta California. Que también lo harían con los territorios de Sonora, Chihuahua y que inclusive, piensan también apoderarse de Yucatán. ¡Tanta miseria no puede ser¡. Estados Unidos es una amenaza mundial y ese estúpido de Rangel me desconoce a mi como Presidente de la República.

Aquel día el Congreso reanudaría sus sesiones y el Ministro Jesús G. Cuevas daría cuenta de ello. No sabía si los acuerdos sostenidos con la delegación texana habían sido idóneos y alentadores ante el pesimismo del Presidente de la República.

-      Licenciado Salcedo
-      Si señor Presidente
-      Redacte una iniciativa de ley para pedirle al Congreso recursos. Necesitamos atacar todos los frentes. Si la vía diplomática fracasa, intentaremos por la opción militar. Pero para ello, necesitamos dinero. Asimismo, debemos mostrarnos al mundo como una republica seria y estable. Convocaremos a elecciones presidenciales para que todo aquel que me deponga en el poder, lo haga en forma democrática y no como estamos acostumbrados a punta de balazos.
-      ¿Elecciones presidenciales?.
-      Así es licenciado. No debemos olvidar el espíritu de la revuelta popular del año pasado. Fue una lucha por la legalidad en defensa de la constitución. Quizás no sea un jurista letrado, pero tengo el espíritu republicano, si alguien quiere ocupar la presidencia del país, que sea acudiendo los cauces democráticos; o bien, si lo que quieren es desconocerme como su Presidente, que también lo hagan conforme a los lineamientos que marca la Constitución.
-      Lo que usted ordene señor Presidente.
-      Asimismo redácteme diversos oficios dirigidos a los jefes militares, ordenándoles se dirijan al norte de la republica para apoyar al comandante en jefe del territorio nacional.
-      ¿Quién general?.
-      El general Mariano Arista partirá al norte, si el tal Taylor lo hace supuestamente para defender a su Texas, hagamos nosotros lo mismo con nuestra Texas mexicana.

Aquella reunión fue de lo más pesimista que pudo haberse dado. Quizás el Presidente no estaba triste y melancólico, sino sumamente enojado, molesto, inconforme; pareciera que ya no quería ser el presidente, ni defender la Constitución ni a la republica mexicana. ¡Que el país se lo llevara al carajo¡. ¡A la chingada si fuera posible¡.



El día 4 de julio de 1845 sucedió lo que ya se esperaba. Texas aceptaba unificarse a los Estados Unidos. El júbilo en el país vecino del norte no pudo ser ma´s grande al coincidir la fecha de la decisión soberana de Texas, con el natalicio de su independencia. Así las cosas, ¡Texas¡. ¡Nuestra querida Texas¡, dejaría de ser por siempre mexicana para convertirse ahora en territorio americano. Que mayor fiesta del presidente Polk quien ordenó, agregar una estrella más a la bandera de los Estados Unidos.

Mientras eso ocurría, como reacción a lo ocurrido el día 21 de julio el Congreso mexicano recibiría dos propuestas trascendentales, la primera de ellas por el Ministro de Gobernación, Relaciones Exteriores y Policía que decía lo siguiente:

1.  Desde el momento en que el Gobierno supiere que el Departamento de texas se ha agregado a la Unión Americana, ó que tropas de ella lo han invadido, declarará hallarse la nación en guerra con los Estados Unidos del Norte América.
2.  Esta guerra se dirigirá a salvar la integridad del territorio mexicano bajo sus antiguos límites, reconocidos por los Estados Unidos en los tratados del año de 1828 hasta 1836, y para asegurar la independencia nacional amenazada.

Posteriormente se recibió la iniciativa de don Jesús de la Rosa Ministro de Hacienda.

1.  Se autoriza al Gobierno para contratar un préstamo nacional o extranjero, que proporcione al erario un ingreso efectivo de quince millones de pesos.
2.  Para la amortización de éste préstamo y para el pago de sus intereses, hipotecará el Gobierno todas las rentas de la nación que por ley no estén hipotecadas a otro crédito.
3.  El Gobierno dará cuenta al Congreso, para su conocimiento, de cada préstamo que contraiga a virtud de esta autorización,. Y una noticia de los objetos en que se haya invertido el producto mismo del préstamo.

Sin embargo estas dos iniciativas de ley lejos de provocar el apoyo nacional, fueron objeto de muy severas críticas. El gobierno era responsable de la crisis en que se había metido, al haberse dejado engañar por una comisión de texanos rebeldes, que con mentiras y supuestas proposiciones para celebrar un convenio de amistad, se había perdido un tiempo precioso para iniciar ya la guerra. El gobierno y el presidente José Joaquín Herrera eran los responsables de la peor crisis política e internacional en que se encontraba México desde su independencia; críticos mordaces que lejos estaban de pensar, que ninguna guerra por muy justa que fuera, dejara de ser costosa; que el fracaso de la comisión negociadora evito adelantar los tiempos, así como la guerra inevitable con los Estados Unidos.



Con este clima de hostilidad, el primero de agosto de mil ochocientos cuarenta y cinco, se constituirían las asambleas departamentales de la Republica Mexicana para elegir Presidente de la Nación. Después de todo, había que demostrarle a los vecinos del norte, de que México era igual de democrático y republicano que los americanos, que los mexicanos podían tener un cambio de poderes de manera pacifica, sin acudir desde luego a los cuartelazos militares que tanto agobiaban al joven país. Quizás este cambio de poderes mostraba también a Francia y Gran Bretaña la seriedad de las jóvenes instituciones republicanas de México, en su anhelo de ser sujeto de crédito para poder enfrentar con dignidad la guerra que se avecinaba.

El día 11 de agosto se recibió el voto de la asamblea departamental del Departamento de Durango, completo la mayoría absoluta conforme a las Bases Orgánicas para elegir presidente constitucional, de esta forma, el general José Joaquín Herrera dejaría de ser presidente interino, para convertirse formalmente en presidente constitucional. Sin embargo, los cuatro ministros del Presidente, don Jesús G. Cuevas, don Mariano Riva Palacio, don Jesús de la Rosa y don Pedro García Conde, presentaron su renuncia al cargo, para atenuar las constantes críticas incesantes que ya venía recibiendo el presidente.

Cuando el general Mariano Paredes Arrillaga se entero de los actos que estaban ocurriendo en la capital, no pudo ocultar en público sus convicciones políticas. ¡El Supremo Gobierno era inepto e imbécil¡. ¡Ya basta de chingaderas¡. ¡Lo que falta es una pinche revolución que ponga fin a tanto pendejo en el gobierno¡. Las tropas del general se encontraban en espera de la ordenanza que diera su jefe militar, las cuales no se dejaron intimidar ante el avance que hacía el ejército comandado por el general Vicente Filisola, quien tenía la orden secreta de detener a Paredes en caso de que éste se insubordinara.

¡Nada de eso¡. Los regimientos del general Paredes y Filisola se alistaran al norte de la republica para apoyar al general Mariano Arista en su campaña para defender el territorio tejano. No nos preocupemos; los rumores sólo generan miedo, confusión y este espíritu hostil que en nada beneficia a la institucionalidad de nuestro Supremo Gobierno. El general Mariano Paredes Arrillaga es patriota, es un buen mexicano y antepondrá sus pasiones políticas, por las causas justas de la soberanía nacional en latente riesgo. ¡No se preocupen caballeros¡. La ciudad de México y todo el país vivirán en calma porque México cuenta con el mejor ejército, no por sus armas y su artillería, no porque carezca de una marina consolidada; sino porque tiene un ejército, en los conviven los mejores hombres, patriotas, católicos, dignos y valientes. Porque en ellos está el futuro de alcanzar la paz que tanto añora nuestra República.

Dentro de éste ambiente de paz, el día 15 de septiembre de 1845 el general José Joaquín Herrera protestaba el cargo como presidente constitucional de la República Mexicana.





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